Fase oral. Primera fase de la evolución libidinosa: el placer sexual está ligado entonces predominantemente a la excitación de la cavidad bucal y de los labios, que acompaña a la alimentación. La actividad de nutrición proporciona las significaciones electivas mediante las cuales se expresa y se organiza la relación de objeto; así, por ejemplo, la relación de amor con la madre se hallará marcada por las significaciones: comer, ser comido. (Yo creo que por esto de mayores, aún cuando ya tenemos claras ciertas cosas, deseamos llevarnos a la boca, selectivamente a algunos de los otros)
Diccionario de psicoanálisis. El paréntesis es de TREMENTINA LUX.
Miro mi nevera. En la puerta de mi nevera está lo que soy. Tengo pocos imanes para tanta información. La información vieja y nueva se amontona.
Por arriba hay un recorte de periódico, dice: “ El mundo podría ser solo un gigantesco holograma”. El papel amarillea, pero tranquiliza. Si fuera un poema me desestabilizaría, pero al ser un recorte de prensa, “me lo creo”. Cada mañana que me levanto o cada noche que me acuesto y pienso: ¿Pero esto que M**** es? Miro el recorte y digo, ¡Ah, un gigantesco holograma, menos mal!
Cerca hay una ilustración roja, dice: “De tot cor”. A su lado hay una postal de la laguna de Venezia en invierno, la luz es muy cetrina y está torcida. Me gusta Venezia, soñar San Marco es la única manera de estar de verdad allí, así que la miro a veces, antes de acostarme.
También está Alice Liddell, la Alicia de Carroll. Tengo un par de imágenes bizarras del XIX y la tarjeta de First Ladies. Hay tarjetones de conciertos míticos, un chico limpiando un limón en un garaje, un termómetro que marca 30º, papeles térmicos, es decir, logros efímeros que han desaparecido, una foto del Sahara, un marca páginas de Marguerite Duras, un Flyer del Pica y un retrato infantil en el que me dibujaron junto a una chocolatería y una zapatería, dos de mis pasiones secretas más conocidas.
Los pocos imanes que sujetan toda esta entelequia son: una luna con una vaca,-que cosa más absurda-, un gorila, un par de ángeles de resina, un Apelman de plástico verde transparente y una pizarra donde nunca escribo nada. No hay mucho orden, cabe decir, nada de orden y he omitido cosas que están enterradas y a lo mejor huelen mal.
La puerta de mi nevera es lo más parecido a una pared Berlinesa o a una red social, tipo Facebook o Myspace, que es el concepto que titula este post y que he dado en llamar, en plan irónicamente Macluhaniano, “La Nevera Global”. Y cuya autoría inhumildemente, me atribuyo.
Me explico:
Acumulamos en nuestros perfiles virtuales rastros de presencias humanas. Rastros, huellas, indicios. Configuramos una identidad mediada por nuestras elecciones, nuestras fotos, nuestros vídeos, nuestros blogs… Pero ¿Somos lo que mostramos o más bien somos lo que ocultamos?
Ja, misterio. Estas redes están sagazmente pensadas para que nunca coincidamos con “los otros”. Nunca nos vemos, nunca hablamos, nunca nos abrazamos. Es una realidad constatada que nunca entraremos en contacto físico con la mayoría de las personas que nos dejan flyers, notas, mensajes, en la puerta de nuestra Nevera Global. ¿Son personas? ¿O son presencias? ¿Qué sois? ¿Qué soy?
Vivimos en la misma casa, Myspace, por ejemplo, pero nunca vemos a nadie. No nos cruzamos con nadie. Todos los mensajes son dejados furtivamente. Aunque coincidamos conectados tan solo vemos del otro su estado de ánimo (su ánima) pero no tocamos al otro, a la otra. Y esto, que tiene algo de perverso resulta incluso extremadamente cómodo, nos evita entrar en un conocimiento profundo, que es la base de todo adiós. Es el quit del éxito, la «apariencia de fisicidad».
Tenemos la “ilusión” de los demás, que es muchas veces todo lo que el ser humano necesita para sobrevivir a la hostilidad de este ecosistema. Porque en la dimensión tradicional suele pasar que tienes un sueño, se cumple y plof, de repente, los humanos. La decepción.
Por eso hablo de ilusión, de espejismo, de mostrar y de ocultar con elecciones nada aleatorias. Porque, ¿hay algo más grotesco que entrar en una casa y ver el desparrame caótico de la nevera ajena? En el ámbito privado esa nevera no se disfraza. Pensad en ese tapiz grotesco de alguien totalmente opuesto a vosotros, puede llegar incluso a resultar molesto, desagradable, pornográfico.
Así esas huellas de falso interés, en nuestra falsa nevera nos dicen: ¡Soy alguien para alguien! ¿Qué no tienes Facebook o Myspace? No existes.
La pertenencia a una red social nos certifica la carne, la existencia, aunque todos seamos fantasmas habitando una casa común en la que no obra la posibilidad del tacto, de la interacción, del bis a bis. Tampoco del daño, del dolor, del abandono, de la pérdida. No, nada de eso duele aquí.
Por eso funciona, nos gratifica la superficialidad disfrazada de amistad verdadera. Nos divierte este laberinto de espejos donde tocar y ser tocado es imposible, donde podemos presentarnos deformados o embellecidos sin que nadie nos lo tome en cuenta. Es un juego, el juego del escondite, estamos, sin estar y las reglas están muy claras, también el vocabulario que nos convierte en, por ejemplo ”amigos” instantáneos. ¡Búscame! Decimos tentadores en la nevera del vecino.
Que paradoja. La Nevera es con diferencia el lugar más frío y oscuro de la casa y por extensión de la vida. Es donde almacenamos el producto muerto para que permanezca incorrupto, donde ocultamos lo que comeremos y por ende, en lo que nos convertiremos. Es donde guardamos celosamente el rechazo arrancado del árbol, los secretos descuartizados y desangrados, las posibilidades sesgadas, las mentiras que salieron de las ubres. Preservamos de la luz las mermeladas del ayer, el bombón que fuiste, las bebidas frías, todo bien frío. La nevera, ese refugio de vida para lo más perecedero del alma, lo que pudo ser y no fue, el “ya me lo comeré mañana”.
Y es ahí, en el umbral de ese artefacto que impide que se agusanen las pasiones, en ese gélido lugar de tránsito hacia lo que en un futuro nos llevaremos a la boca donde estamos ¿perniciosamente? acostumbrándonos a encontrar el mayor de los calores.
Cada mañana en que sentimos calor humano antes de abrir nuestra Nevera, pensamos ilusamente: pues sí, me dejan mensajes, ergo me quieren, la vida merece un poco más la pena. Aunque algunas y algunos tal vez sigamos un poco anclados en la fase oral del asunto y esto, nos sepa a poco.
Dime qué hay en la puerta de tu nevera y te diré quien eres… Id pensando en ello porque estoy tramando el tercer Post colectivo para este 2010. En breve os convocaré, mis queridos ectoplasmas.
Besos como témpanos.
TREMENTINA LUX
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