Si no supiéramos que podemos escribir la letra «A» no escribiríamos la A. La escritura de la letra «A» no sería un planteamiento en nuestra vida. Como no lo es en occidente escribir el Kanji «Amor» 愛 . Podríamos morir sin saber de su existencia aunque nos perderíamos una de las historias más hermosas de la comunicación humana.
Percibir la letra «A» cognitivamente, percibir su mera existencia, es el primer paso para interesarse por crearla o recrearla, también para pronunciarla. Si ya supiéramos que podemos escribir la letra «A» pero no sabemos qué partes de nuestro cuerpo utilizar para trazarla, las manos, la boca, los pies o la lengua, tampoco lo haríamos. Si supiéramos que podemos escribirla y los órganos o mecanismos implicados en la escritura tendríamos la intención y la certeza. Todo ello nacería rodeado de alegría, incredulidad, torpeza, intentonas y sorpresas: a veces la «A» en el eter, a veces un garabato, a veces la nada. Y la «A» seguiría sin ser prioritaria. ¿Me sigues? Estamos viviendo en un sistema de lecto-escritura compulsiva, así que esto es un símil. ¿Qué sería de nuestra existencia sin la «A»? Inimaginable….
Sigo:
Ya sabemos que la «A» existe, no lo ponemos en duda, estamos en un estadio de conocimiento avanzado. Ya sabemos que está en nuestra mano hacerla realidad (a veces) aunque aún se produce como por casualidad, fruto de un milagro. Ahora nos falta el soporte y la herramienta: el agua, el carbón, la sangre, el aceite o la tinta, sea de calamar o de ceniza, el papel, el aire, la arena de la playa, el hielo, la madera, la piedra, la pantalla…
Con todos estos ingredientes empezaríamos a practicar, a tener método, a elaborar unas instrucciones y poco a poco comenzaríamos a deleitarnos con la belleza y la perfección de una letra «A» mejor que otra letra «A». Empezaríamos a sentir seguridad, a hacer distinciones de clase y gusto. Pronto llegarían las personas expertas y las personas neófitas y pronto el negocio de la buena «A», la «A» superlativa y la reproductibilidad técnica y masiva. La «A» se instalaría en nuestras vidas como la vida misma, que sin «A» es vid. Porque una sola «A» lo cambia todo y miles de «A» constituyen un complejísimo sistema de pensamiento.
COLOR CUBES EL PRINCIPIO DE UN DÉJÀ VU
Esto mismo pasa con la intuición. Donde digo «A» Escribe intuición y vuelve a leer el texto. Color Cubes es pues, el principio de un Déjà Vu. Un descubrir esta «A» que llamo INTUICIÓN. Un redescrubrir la percepción el dentro y fuera del color, un visto antes sin saber cómo.
Si tienes curiosidad, contáctame porque ha empezado y te va a gustar.
TREMENTINA LUX
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