Quién soy y qué hago

Soy TREMENTINA LUX, soy artista plástica, teórica y práctica de la comunicación audiovisual y los estudios de género. Pinto, escribo, leo, locuto, diseño, fotografio, reflexiono y analizo. Todo esto, sobre todo, me hace evolucionar como profesional y como persona, me motiva y me divierte. Creo este contenido para ti, que me lees y para mí, que también me leo. Soy del mundo y vivo en Valencia.

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Redes Sociales:

La caja (de cartón) fuerte

Tal y como lo entiendo, a 25 de mayo de 2011, la construcción social de la realidad se negocia en tres ámbitos:

1. El ámbito físico. Que comprende espacios y cuerpos.
2. El ámbito simbólico. Que comprende las representaciones y los discursos.
3. El ámbito virtual. Que comprende espacios, cuerpos, representaciones y discursos múltiples e intangibles.

Cómo decía McLuhan somos idiotas tecnológicos. No sabemos darle un uso nuevo a la tecnología que nace con nosotros, sino a la que nació con la generación que nos precede. Esto significa que casi dos décadas después del advenimiento de Internet al fin hay una generación capaz de poner a prueba sus verdaderas potencialidades.

Lo que podemos decir en unas líneas acerca de cada ámbito:

1. Del ámbito físico. Nos movemos en la ciudad. La ciudad es un medio hostil. Politizado, normativizado, ordenado por las ordenanzas: pasar en verde, parar en rojo, no bajar de la acera, no candar la bici a una farola, no beber, no reunirse sin permiso, no vender ambulantemente. Un lugar de tránsito. Ir de compras, ir al centro, ir en bus, ir al cine, no encontrar aparcamiento. Nos reunimos en la ciudad para: ir de copas, salir de fiesta, hacer shoping, pasear o correr por el río, tomar el sol. En este espacio social nos reunimos con personas afines utilizando una fachada afín, entendible, aceptable. Compartimos con ellas similares gustos y similar poder adquisitivo. Vivimos en jaulas y pagamos por ellas. Nuestra experiencia en la ciudad y las compañias que frecuentamos promueven un estado homeostático de nuestros modelos mentales preferenciales. Es decir no alientan un cambio de opinión, ni de valores, ni de pensamiento, en la medida en que la ciudad es incómoda, apremiante, peligrosa y urgente. En la medida en que los espacios lúdicos están funcionalmente adaptados para unos determinados usos y los de reflexión son inexistentes. En el ámbito rural es diferente, por eso se ha promovido la emigración en masa hacia escenarios más controlables.

2. El ámbito simbólico es un campo de batalla. Los modelos mentales de un grupo son susceptibles de ser manipulados mucho más fácilmente que los individuales. El miedo al rechazo social contribuye a que el individuo se autoimponga como válido un modelo aceptado por su grupo de referencia. Es el territorio donde las élites simbólicas fabrican los discursos para que las masas segmentadas los deglutan. Los discursos hacen prevalecer las ideas dominantes y son difundidos masivamente por los medios de comunicación de masas, la industria cultural y publicitaria. Algunas de sus herramientas son la retórica, la seducción, los juicios heurísticos, la estetización de la violencia, la creación de narrativas simbólicas con ideología subrepticia, y la significación de la diferencia mediante el estereotipo, entre otras. Quien domina la representación del otro se apropia del otro y lo domina. Algunos de los agentes que intervienen en la producción de representaciones que promueven la discriminación o la violencia simbólica no son siquiera conscientes del mensaje inherente a sus piezas porque a su vez han interiorizado modelos preferenciales que no han tenido a bien cuestionarse previamente. Los discursos pueden ser textuales, verbales, sonoros, visuales y/o audiovisuales. Emanan indistintamente de todas las disciplinas, artísticas, educativas, políticas, medicas, científicas, históricas, mercadotécnicas y religiosas…

3. El ámbito virtual permite que nos relacionemos sin tiempo y sin lugar. El espacio privado es espacio público y aunque está fuertemente normativizado no se define por su hostilidad sino por su accesibilidad. El cuarto propio conectado permite la reflexión y la socialización. Permite y alienta la auto-representación propia, la creación, la duda, la confrontación de las ideas no afines y la difusión masiva de mensajes disfuncionales para el mantenimiento del status quo. Compite con los mmcc sin serlo. Y no lo es porque las comunicaciones no parten necesariamente de grandes organizaciones fuertemente estructuradas, sino de pequeñas individualidades unidas por las redes. Rápido, veloz, accesible, el medio virtual se ha mostrado capaz de modificar al fin los usos y las definiciones de los dos primeros ámbitos, plazas fuertemente politizadas, (cuerpo, espacio y representación) para un sometimiento total de la ciudadanía.

Efectos del movimiento 15 M sobre estos ámbitos en que se negocia la trama social.

Al margen de los contenidos ideológicos, los fenómenos del 15 M han contribuido de manera revolucionaria a «tomar la calle» como se tomó la Bastilla, pero en pacífico, destilando educación, limpieza, solidaridad y civismo. Dar este salto, de lo virtual a lo físico ha desconcertado a las élites porque implica redefinir los usos, la norma, las prohibiciones que regulan el espacio inhabitable que hemos habitado hasta ahora sin darnos cuenta de que lo era. Evidenciarlo así: politizado, disuasor, inhumano y pese a todos los planos urbanísticos, deforme.

Acampar, hacer asambleas libres autogestionadas, desayunar, saltar sobre colchones, enamorarse en la madrugada de los sacos frente a los campanarios y pasar horas ahí, contruyendo una nueva ciudad con cajas de cartón y toldos, eran usos impensables de la vía pública. Usos prohibidos. El 15 M ha modificado el modelo mental preferencial de lo que se puede y se debe hacer con los cuerpos en la ciudad. Tanto que ahora se manifiesta por fín en todo su esplendor lo alienante (y peligroso) que es pasar horas arreglándose para salir simplemente de copas, simplemente a ver escaparates.

La suma visual de esta revolución es por ello: la estética del rotulador y el precinto sobre cajas de cartón, el grito mudo, las antenas guifi con bandera pirata, los equipos portátiles, los walki y los toldos de lona improvisada. Todo muy parecido a un futuro sin recursos pero con alta tecnología.

Los mmcc también han empequeñecido, la voz del amo ha perdido amplificación. Intentan atrapar el fenómeno en una representación que lo clasifique y lo integre en la tangencialidad, incluso que lo estigmatice. No pueden o no saben o no quieren mostrar la pluralidad en toda su amplitud. No desean que resulte contagiosa la peligrosa enfermedad mental de atreverse a pensar juntos, en plena calle y proclamarlo ingénuamente, pero sin ingenuidad. Sin embargo, los propios acampados tienen ahora la posibilidad de autorepresentarse simbólicamente en este juego orwelliano, de difundir su voz y su imagen, de interferir en esa apropiación indebida de la representación perpetrada sobre ellos, por los medios.

Como consecuencia los medios y sus amos han perdido parte de su credibilidad, desenmascaradas sus estrategias, enumeradas, utilizadas a la contra por la generación que sabe ya usar funcionalmente la vieja tecnología de Internet. Han empequeñecido para ese sector de población, aunque lideran todavía y con fuerza la opinión de quienes siguen siendo unos pobres idiotas tecnológicos, tengan la edad que tengan. Por eso al sistema establecido le queda poco para encontrar otras estrategias de perpetuación. Le queda lo que a la generación pansía. Y lo saben, por desgracia.

¿Qué se les ocurrirá ahora para evitar esto y mucho más…?

Ayer ví un cártel en esta línea, la de cambiar la estrategia, por estas tierras son muy veloces en eso, a veces creo que somos los cobayas de un experimento peninsular. El cartel está situado en las paradas del autobús municipal, para variar, y es de un congreso sobre, vaya eufemismo: «comunicación responsable». En los logos se ve que las instituciones que pagan, mandan. Describo la imagen: primer plano del rostro de un joven anglosajón que sonríe, algo turbio, tras una red, tonos agrisados, fríos, carcelarios, en un ambiente chungo, vamos, piensas, -no se da cuenta el pobre inocente pero está atrapado.

Pensé que hablaban de drogas, ya he visto antes ese tipo de discurso visual. No, hablaban de redes sociales. La red como droga. Ahí va eso. El eslogan utiliza carácteres del lenguaje típico adolescente para los sms, son también su público objetivo, está escrito entre interrogantes pero es una pregunta capciosa, retórica, no da pie a la reflexión, la respuesta viene dada por la imagen, contundente, nada sofisticada, bien hecha, para que cualquier inepto entienda el mensaje. Aparenta publicitar un evento institucional en un foro científico, lo cual la hace más poderosa ya que emana de un grupo de referencia con prestigio para promover modelos mentales incuestionables. Os dirán lo contrario, pero es obvio que en los tiempos que corren la imagen tiene por objetivo infiltrar el miedo a las redes sociales en el aparato ideológico del estado más poderoso que existe: la familia.

Inoculando mediante estrategias visuales tan burdas el miedo a que los niños, los adolescentes, los jóvenes se suscriban a una red social lo que propugna es un cambio radical del modelo mental preferencial sobre el uso de Internet. La familia castradora (idiota tecnológica por ende) llegará donde no llega el estado. Y si la cosa funciona en un plazo de tiempo razonable los jóvenes no habrán utilizado las redes porque habrán creído, como sus padres, que eran venenosas, adictivas, peligrosas, al igual que las drogas, el alcohol, el tabaco, la creatividad, la cultura libre, la radicalidad y todas esas cosas capaces de obrar efectos deshinibidores sobre los estados de la conciencia humana y bien utilizadas, sin adulterar, hacernos pensar.

Y luego, después de varias películas sobre el peligro de la red, y varias novelas y muchas noticias, y debates sobre la autoría y el robo, y congresos e informes médicos sobre adicción y bla, bla, bla, sacarán a petición del pueblo teledirigido una ley tras otra… !Zas! hasta que nuestros nietas se asombren un día al saber que su abuela utilizó la red social y que la gente se conoció en las plazas para jugar entre cajas de cartón a mejorar el mundo, un poquito, como la generación de los sesenta jugó con el el ácido lisérgico y la psicodelia en Woodstock, pero sin quedarnos en porreta, lástima.

Así de lejano les quedará el relato de estos tiempos revolucionarios, guardado a buen recaudo en una caja (de cartón) fuerte si la pugna entre los tres ámbitos no se resuelve de manera favorable para los ratones

TREMENTINA LUX
Analizadora empática.

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