No se en vuestra tierra que sudece cuando se acerca la primavera. Aquí, en esta terreta mediterránea y folckorísima, febrero es un delfinario a la hora de la siesta, pasa inerte y sistemático hasta que próximos al 28 o 29 la cosa se acantila y el alboroto del mes de marzo, tan fruitivo empieza a hacer de nuestras vidas un acto de deshibibición. En las venas la sangre adopta posturas de fiesta hipnótica y la líbido se emancipa del invierno haciéndose independiente de estufas y calefactores.
Aprovechando la inercia biológica de la vuelta a la vida y el ardor reverberado de los gametos, no se exáctamente quién y justo cuando las hormonas comienzan a anularnos el juicio, nos fuerza a acabar el invierno decidiendo. Todas las votaciones que recuerdo tienen lugar ahora. Confundo Eurovisión con las Generales, los Oscars y los Premios de la Música, dicen que los mítines son como conciertos de verano, no se porqué en el debate no surgió «La revolución sexual», aunque sin duda el mejor momento fue el de Javier Bardem.
Hablaría de la calidad gráfica de las campañas publicitarias del bipartidismo acuciante, una tan moderna que es un RIP y la otra más simple que una zambomba, pero tengo tannnnto trabajo acumulado de este invierno y marzo empieza a estar tannnn cariñoso… que lo dejaré quizas para el próximo septiembre. Y es que claro, no es lo mismo la cabeza que los pies, ni el corazón, que la bragueta.
Sea cual sea la parte de vuestra anatomía que se decida a votar cualquier cosa que sea votable, os deseo felices decisiones.
Un saludo irreverente,
TREMENTINA LUX
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