Vamos a ello. Con una mascarilla de caldo de huesos, cúrcuma y clara de huevo, al estilo hindú. Yendo y viniendo de la ciudad con el cielo a rayas al campo donde habitan las salamandras y las comadres. Estoy en el vientre de la ballena verde y por dentro es rosa y uterina, ya pueden los vientos de Levante soplar húmedo y los de Poniente frío, dentro el alumbramiento. De nombre, su madre: Miguelita.
Esa palometa vibrante, de ella solo quedan las alas, las barrí, las tiré a la hoguera. El fuego que veis importa, importa también el fondo, la fosa que yo llamo submarina. Jugar dentro, el anhelo. La piel de cartón se seca y forma degradados acuáticos inexistentes ya en este hemisferio. Todo pensamiento es materia en movimiento. Creo que estamos aquí para aprender a soñar y que nuestro cuerpo envía coordenadas a nuestra alma para que en la vigilia lo habite. Creo que cuando el cuerpo se repone el alma emigra con otras almas de parrandeo y de regreso, ¿quién nos asegura que somos la misma alma habitando el mismo cuerpo?
Estoy en el vientre de la ballena verde. Huele a cola de harina, sulfato de cobre, incienso y huesos de conejo, todo burbujea en ojos a mi alrededor. Tengo sueños fetales y entiendo ya Stonehenge, visito al Saturno de Goya cuando la fosa se devora a sí misma y la cuelgo del techo y la balanceo sobre su boca de ballena errante cosida por la mitad. Y todo lo horizontal será vertical y todo ha venido rodado hasta el hogar donde empiezan los fríos y en llamas gatunas se elevará.
Esta noche presento el proyecto y mañana regreso a su adentro. En breve ya podré escribir aquí su nombre.
Estoy en el vientre de la ballena verde, lo repito por el soy, por el siendo y por el SEO.
Feliz Gestancia.
TREMENTINA LUX
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