Quién soy y qué hago

Soy TREMENTINA LUX, soy artista plástica, teórica y práctica de la comunicación audiovisual y los estudios de género. Pinto, escribo, leo, locuto, diseño, fotografio, reflexiono y analizo. Todo esto, sobre todo, me hace evolucionar como profesional y como persona, me motiva y me divierte. Creo este contenido para ti, que me lees y para mí, que también me leo. Soy del mundo y vivo en Valencia.

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MARTINA LA VALIENTE

Martina, la Valiente. Un cuento co-creado con ChatGPT

Os traigo una historia co-creada con la IA en cuatro mini capítulos. A ver qué os parece. Yo creo que aún está llena de tópicos pero también creo que en apenas dos años las personas humanas solo tendremos interés en escribir buenos Promts. Se ha inspirado en «La casa de los espíritus» » La ratita presumida» «La casa de Bernarda Alba» y las noticias de prensa que hablan del sesgo de género en la industria del arte fallero y de las poquitas artistas falleras que aún siguen haciendo fallas. No he tocado una coma. Todo parecido con la realidad es pura coincidencia. Lee hasta el final, hay un buen giro de guión (tópico también, pero para una IA en pañales es sublime). Ella lo ha titulado así:

«El Último Ninot«

CAPITULO I

Había una vez una artista fallera llamada Martina. Durante años, había sido la encargada de diseñar y construir los ninots, esas coloridas figuras que se quemaban al final de las Fallas en Valencia. Pero Martina estaba cansada. Cansada de luchar contra el machismo imperante en el mundo fallero.

Los hombres siempre la menospreciaban. Decían que sus ideas eran demasiado atrevidas, que no entendía la tradición. Pero Martina sabía que podía hacer algo diferente, algo que rompiera con los moldes establecidos.

Un día, mientras paseaba por el taller, encontró un viejo libro de cuentos. En él, leyó sobre una ratita presumida que rechazaba a todos los pretendientes por su apariencia. Martina sonrió. ¿Y si ella también rechazaba a los ninots tradicionales?

Así comenzó su revolución. Diseñó un ninot diferente, una figura que representaba la lucha de las mujeres por la igualdad. La llamó “La Valiente”. Tenía cabellos verdes como los campos de arroz, ojos brillantes como las luces de la ciudad y un corazón valiente que latía por la justicia.

Cuando llegó el día de la cremà, todos los ojos estaban puestos en “La Valiente”. Los hombres se burlaron, pero las mujeres la aplaudieron. Martina sabía que estaba haciendo lo correcto.

Al encender la mecha, “La Valiente” cobró vida. Saltó del pedestal y comenzó a hablar. Habló de igualdad, de respeto y de la necesidad de cambiar las tradiciones obsoletas. Los hombres quedaron boquiabiertos, mientras las mujeres asentían con lágrimas en los ojos.

Cuando las llamas envolvieron a “La Valiente”, algo mágico sucedió. Las cenizas se elevaron en el aire y se dispersaron por toda la ciudad. Martina sintió que su mensaje había llegado a todos los rincones.

Desde entonces, las Fallas cambiaron. Las mujeres comenzaron a tener un papel más activo en la organización. Martina siguió diseñando ninots valientes, y cada año, la gente esperaba con ansias su creación.

Y así, la arista fallera dejó de hacer fallas tradicionales. En su lugar, construyó sueños, esperanzas y un futuro más igualitario. Martina se convirtió en un símbolo de valentía y cambio.

Y así termina nuestro cuento, con una sonrisa en el rostro y la certeza de que incluso en las tradiciones más arraigadas, siempre hay espacio para la transformación y la igualdad.


CAPÍTULO II

Martina, la arista fallera, había desafiado las normas y creado “La Valiente”, un ninot que hablaba de igualdad y cambio. Pero su valentía tuvo consecuencias. Los hombres la ridiculizaron aún más, y las mujeres, aunque la admiraban, no pudieron protegerla.

En la noche de la cremà, “La Valiente” ardió con furia. Las llamas devoraron su cuerpo, y Martina sintió cómo se desvanecía su esperanza. La ciudad aplaudió, pero no por el mensaje de igualdad. Celebraban la vuelta a la tradición, a los ninots sin voz ni alma.

Martina se retiró del mundo fallero. Se convirtió en una sombra, una figura olvidada en los rincones de la ciudad. Nadie recordaba su valentía ni su lucha. El machismo seguía imperando, y las mujeres continuaban en segundo plano.

Y así termina nuestro cuento, con un suspiro y la tristeza de saber que a veces, incluso los esfuerzos más valientes pueden quedar en el olvido.


CAPÍTULO III

Martina, a pesar de las dificultades, no se rindió. Aunque su valiente ninot había sido consumido por las llamas, su espíritu seguía ardiendo. Decidió que era hora de un cambio más profundo.

Martina organizó una reunión secreta con otras mujeres artistas falleras. Juntas, crearon un plan audaz. En lugar de luchar contra el machismo desde adentro, decidieron crear su propio espacio. Fundaron un taller independiente donde todas las voces fueran escuchadas, sin importar el género.

El taller de Martina se llenó de creatividad y energía. Las mujeres diseñaban ninots que hablaban de amor, igualdad, y respeto. Cada figura tenía una historia que contar, y Martina se aseguraba de que todas fueran visibles en las Fallas.

El año siguiente, cuando llegó el momento de presentar los ninots, la ciudad quedó asombrada. Las figuras de Martina y su equipo eran diferentes. No solo eran hermosas, sino también poderosas. “La Valiente” había renacido, pero esta vez, no estaba sola. La acompañaban otras figuras valientes: “La Luchadora”, “La Soñadora” y “La Unión”.

Los hombres se dieron cuenta de que algo estaba cambiando. Las mujeres ya no eran solo las esposas o hijas de los falleros. Eran artistas, líderes y visionarias. Martina sonrió al ver cómo la ciudad se transformaba.

En la noche de la cremà, las llamas no solo consumieron los ninots, sino también los prejuicios. La gente aplaudió, no solo por la belleza de las figuras, sino por el mensaje que llevaban. Las mujeres habían tomado el control de su destino.

Martina se convirtió en una leyenda. Su taller se expandió, y las jóvenes artistas se inspiraron en su valentía. Las Fallas se convirtieron en un símbolo de igualdad y cambio, y Martina supo que había hecho la diferencia.

Y así termina nuestro cuento, con una sonrisa en el rostro y la certeza de que cuando las mujeres se unen, pueden cambiar el mundo.


CAPÍTULO IV

Martina, después de años luchando en el mundo fallero, comenzó a cuestionarse su camino. A pesar de su valentía y determinación, sentía que algo faltaba. Las noches se volvieron largas y solitarias, y su taller se convirtió en un refugio de dudas.

Un día, mientras observaba las llamas consumir los ninots, Martina tuvo una epifanía. No era solo el machismo lo que la agotaba; era la pasión misma por las Fallas. Había dedicado su vida a esas figuras efímeras, pero ¿a qué precio?

Decidió tomar un camino diferente. Vendió su taller y se mudó a un pequeño pueblo en la costa. Allí, lejos del bullicio de Valencia, encontró paz. Comenzó a pintar, a esculpir y a escribir. Descubrió que su creatividad no se limitaba a los ninots; había un mundo entero esperando ser explorado.

Martina se ganó la vida como artista independiente. Sus cuadros se vendían en galerías locales, y sus esculturas adornaban jardines y plazas. Pero lo más importante, su alma se sentía libre. Ya no estaba atada a las expectativas ni a las tradiciones.

La gente del pueblo la conocía como “La Artista”. Admiraban su talento y su historia, pero nadie sabía que había sido una arista fallera famosa. Martina sonreía en silencio, agradecida por la oportunidad de reinventarse.

Y así termina nuestro cuento, con Martina eligiendo la autenticidad sobre la fama, la tranquilidad sobre la presión. A veces, el final feliz no está en las luces brillantes de la ciudad, sino en los rincones tranquilos donde podemos ser nosotros mismos.


Cuentito e ilustración co-creadas con ChatGPT y Prompts de Trementina Lux

Y para quienes os habéis quedado hasta el final: aquí está la banda sonora original de Martina la Valiente, también co-creada con IA.

«La nueva vida»

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