Quién soy y qué hago

Soy TREMENTINA LUX, soy artista plástica, teórica y práctica de la comunicación audiovisual y los estudios de género. Pinto, escribo, leo, locuto, diseño, fotografio, reflexiono y analizo. Todo esto, sobre todo, me hace evolucionar como profesional y como persona, me motiva y me divierte. Creo este contenido para ti, que me lees y para mí, que también me leo. Soy del mundo y vivo en Valencia.

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SOLEDAD ILUMINADA

«Aquesta i no altra és la identitat fatal de l’enamorat.
Jo sóc el que espere.»
Roland Barthes.

Un ataque de soledad es lo más parecido a tomar LSD. (SoLeDad, SLD) Se produce después de un período prolongado de abstinecia social. Se produce después de muchos días, o meses de mantener comunicaciones unidireccionales con otros seres, espejos o paredes, es decir, sólo en un sentido. En ese momento, las relaciones de las cosas entre sí, se explicitan, se iluminan, gozan de un estado de ajenación tan profundo que pueden ser vistas a lo lejos, como una escenografía teatral televisada en un plano fijo que deja asomar la tramoya, los vaivenes y los peines.

Ahí, al atardecer, atacada por la SLD, las aceras y los balcones de tu barrio manifiestan una infinitud subliminal. Ves el espacio expandido en perspectivas móviles como con los primeros ojos de un Giotto, el tiempo se solidifica, lento, denso, apellidado, las luces se infieren, el verbo deja de construir para ti lo que ves y lo que oyes y ya no apresas la realidad que te rodea, ni la construyes, ni te la inventas, simplemente está.

Todo está al margen. Nada va contigo, ni esas risas, ni esas latas de atún en el hipermercado, ni las cuñas megafónicas de San Valentín, ni el sonido de la persiana del estanco y estás tan lejos de tu propia piel que podría suponerse que has iniciado un viaje astral mientras un desconocido pasea a su perro imposible con una cinta de Moebius. Eres mucho más que una flaneur o una voyeur, estas fundida al aire que paseas, ni frío, ni calor, ni sensación alguna. Nada. Has desaparecido o mejor, eres omnipresente.

En los ataques de SLD la mente ejercita el hemisferio derecho y la creatividad queda liberada de la opresión de la palabra. Todo es un todo, experimentas la totalidad, es brutal. El cerebro humano (James Turrell sabe mucho de esto) tiene una tendencia extraordinaria a generar aquellos estímulos de los que se le priva. En las cámaras de absorción del sonido escucharemos sirenas, pájaros y milongas, frente a oscuridades profundísimas nuestros ojos generarán imágenes de permanencia post-retiniana. Seguimos viendo cuando no vemos y oyendo cuando no oímos. Podemos inventar olores y tactos, también recuerdos asociados. Por eso aquí el mundo pasa a ser de los otros, de tanto no estar para nadie que te importe dejas de estar para ti, el fuera entero se convierte en la otredad.

Ante la soledad, elegida o no, la mente explora lugares que a la persona acompañada, afectada por su entorno, interrumpida, motivada, presionada, sacudida, obstaculizada, apoyada, en la medida en que forma parte activa de lo que le rodea, no podrá alcanzar. Estadios de alteridad y despoblamiento sumamente visionarios.

En ese momento de máxima iluminación es necesario recordar que aún en la inmensa abisalidad del ser solitario, se tiene el cuerpo, que el cuerpo, en esta vida, está. Hay que atajar el ataque de SLD una vez se es consciente de estar en él. Mirarse en un espejo, cantar en voz alta, pintarse los labios, beber café caliente, fumar, escribir, sudar, forzar el sudor, forzar la existencia para reconocerla, poner los pies en la tierra, revisar la verdad atendida y acoplarla al subsistema normal de pensamiento, encajar que sin tomar lsd se ha estado al otro lado de la mente y se vuelve del viaje con una madurez abrumadora.

Es importante disfrutar del conocimiento adquirido, almacenarlo para cuando la marabunta dichosa vuelva a habitar tu hogar y sea imposible sustraerse a la magia de estar con los demás. La presencia de los seres especiales inunda las canciones de amor, la necesidad la cercanía obvia, sin embargo, que la mente, cuando los demás no están, puebla de presencias la propia vida y genera cadenas lógicas de pensamiento sanador, donde el verbo «estar cerca de vos» se conjuga en el tiempo eterno, en el tiempo de la espera y la paciencia, en el tiempo «lo que sucede una vez, sucede siempre».

TREMENTINA LUX

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