Quién soy y qué hago

Soy TREMENTINA LUX, soy artista plástica, teórica y práctica de la comunicación audiovisual y los estudios de género. Pinto, escribo, leo, locuto, diseño, fotografio, reflexiono y analizo. Todo esto, sobre todo, me hace evolucionar como profesional y como persona, me motiva y me divierte. Creo este contenido para ti, que me lees y para mí, que también me leo. Soy del mundo y vivo en Valencia.

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SACAR DEL ARMARIO A MIGUELITA

Sacar a Miguelita del armario. FALLIRUMA STORIES I.

Os pongo en situación. Chica que hace una falla por primera vez. La planta en septiembre, no en marzo. Las fallas se plantan en marzo salvo guerra o catástrofe natural desde hace un siglo. Pues esta vez, dos marzos después, planta su primera falla en septiembre.

La chica en cuestión ha cumplido los cincuenta. Pero sale del armario plantando fallas ahora por razones que podéis imaginar siendo hoy 8 de marzo.

El sueño de FALLIRUMA: del sueño al hecho va un paseo por el bosque

Como en aquel marzo (2020) echaba de menos algo en el ambiente, la chica va y sueña una falla monovolumen no adultocéntrica inspirada en el Daruma que una amiga japonesa, va por ti Kaori, le regaló en India. Y le parece fácil y hace el primer boceto a lápiz en una libreta al despertar, le pone medidas y se lo ve hecho: -lo titularé FALLIRUMA, se dice.

Luego llegan las obras del estudio. Entre ese marzo en el que se sueña con la libertad y el resto de los dos años en que se sigue soñando con la libertad, los albañales árabes del estudio colapsan y las obras faraónicas de toda la manzana de casas empiezan a tener lugar en el suelo del bajo apuntalado donde la chica debería estar trabajando.

A estas alturas del relato la chica tiene una falla no plantada metida durante dos años en el armario del casal (gracias RIBESAN), su estudio soñado en obras infinitas y una idea de falla en un cuaderno de notas. Durante estos meses ha pedido varios presupuestos de carpintería para construir su falla monovolumen. El presupuesto que le piden (5000 euros) excede con creces el presupuesto total del monumento que incluye, diseño, construcción, materiales, difusión, talleres colectivos, redacción de dosieres… y té con pastas para la artista.

Así llega el septiembre en que “Un lloc en la Tribusfera” su primera falla sale del armario. Son días de lluvia intensa y manga corta y yoga y meditación en la Patacona antes de la cremà. Todo muy lindo e inusual. A la primera falla de la chica le conceden tres grandes premiazos: experimental, diversa, igualitaria, ingeniosa y graciosa. Y la gente se contagia de sorpresa y gratitud.

Así llega octubre. Con el estudio en obras, sin viabilidad económica para construir la pieza monovolumen no adultocéntrica soñada. Dos problemones gordos si no hay pandemia que evite la plantà en marzo…

El encuentro: los mensajes de los árboles y el secreto de la gente piedra

Durante este tiempo la chica planifica tres talleres intergeneracionales para más de 80 personas de la comisión y prevé acciones conjuntas con la ONCE y el Centro Budista de València. Por aquello de la visión total y la meditación de Bodhidharma con materiales sostenibles y una base arteterapéutica, procesual y chamánica que cambie el paradigma. Lo típico en ella.

Y ya no recuerdo si fue en verano o en septiembre o en octubre cuando dando un paseo por el monte la chica que se comunica con los árboles y los árboles con ella, les pregunta qué puede hacer para resolver la pieza. Y entonces, los árboles de la aldea le dicen: -ve allí, allí está la solución. Y le dan unas coordenadas GPS que están en la otra punta del lugar y cuando llega a casa, con la paella preparada, dice al resto de humanos: -disculpadme voy a coger la bici para ir allí, que me han dicho los árboles que está la solución. Con la paella en la mesa esto no se entiende (bueno sin ella tampoco).

Y entonces la chica va allí, y detrás de ese muro de piedra seca se encuentra una figura gigante de color verde no identificada que se parece mucho al FALLIRUMA soñado, y deja la bici en el camino como en Verano Azul y se lanza cuesta abajo dando saltos entre las jaras y las verbenas hasta llegar a ese maravilla de ballena verde varada en mitad del monte, donde anidan las avispas y crecen los romeros, sin que nadie advierta su presencia.

Regresa a casa y lo cuenta, y le dicen que ese trozo de monte tiene dueño, y contacta con el dueño y le pide permiso y se concede y entonces se trae la pieza que parecía pesada rodando, para poder decir que la solución vino rodada, con la música del rodar por las calles de la aldea.

De profesión fosa séptica, de nombre: Miguelita

Y descubre lo que es la ballena verde: la llaman fosa séptica. Y significa que está diseñada para acoger en su vientre aguas residuales. Entonces la chica que práctica un pensamiento relacional avanzado de naturaleza místico-poética se dice a sí misma: -las mismas aguas que hundieron el suelo del estudio en la ciudad se sanan y se limpian con este acariciar y acariciar la superficie generosa de la fosa y su panza de amor infinitesimal.

Y durante semanas vive sola en el monte, echa cartón fallero rosa extinto sobre la pieza y la abraza y habla con ella, le pregunta su nombre también. -MIGUELITA, dice la ballena, puedes llamarme Miguelita, quizás en honor a ese pequeño hombre amigo que tocaba el bombo. La chica entiende este nombre temporal y cubre a Miguelita con toneladas de cartón con esmero y dedicación. Tarda en poner tres horas cada capa y se le echa la noche con la lumbre encendida, y las vecinas viudas la saludan y la ayudan, cada una con su gayato y la fuerza descomunal de la mujer rural que movió percherones y tractores y cultivó la vid en su juventud. Con la fuerza de la flor silvestre también.

Esa fuerza la acompaña. La de los paseos por el bosque y las canciones de los árboles al atardecer. Así en octubre gracias a la loca técnica del contramolde la fosa-ballena bendita se desdobla en dos seres afines: FALLIRUMA y Miguelita, la una verde, la otra rosa. Ponerle cara, subirla a los altares, la una vertical, la otra horizontal, un trabajo descomunal para una chica tan pequeña.

En enero FALLIRUMA viaja a la ciudad y Miguelita regresa a su refugio en el bosque, repintada y brillante, agradecida y puesta en valor, satisfecha y generosa, con una energía de amor que todo lo recorre. Y no es metáfora. Miguelita tiene alma, el alma de los bosques.

Sacar a Miguelita del armario

Y esta es la historia del secreto de la gente piedra y la gente árbol, la historia de como el ser que llamaban fosa séptica salió del armario para convertirse en la poderosa Miguelita y nuestra FALLIRUMA amada. Tal vez algún día su dueño le de el otro uso, el uso hegemónico para el que fue creada y la entierren viva para acoger aguas y aguas y aguas. Sea como fuere Miguelita vive ya fuera del armario para siempre y la veremos en la plaza antes de que la lumbre extinga su doble. En el argot del arte contemporáneo esto tiene un poco de Objet Trouvé, Ready Made, Poema objeto, instalación procesual y también fosa séptica intervenida pero le falta un poco de alma a estas definiciones, por eso le pongo un poco de literatura heterotópica.

¿La moraleja? Los árboles son seres sentipensantes con un grado de inteligencia sobre-natural. Gracias a su mensaje hemos minimizado en FALLIRUMA el uso de madera pues no hay apenas estructura dentro. Me han ayudado a encontrar una solución y han logrado que los consideremos seres inteligentes y aliados, no solo madera inerte para nuestros deseos. Aprende a percibir con los ojos del amor, todo se expande, todo brilla, todo te ayuda a estar en tu centro espiritual. Conecta. Confía. Agradece.

Que tu parte femenina y tu parte masculina se honren hoy y tengas un feliz día 8 de marzo.

TREMENTINA LUX

#FALLIRUMA

#FALLIRUMASTORIES

#RIBESAN

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