Hace 367 días que las 273 niñas desaparecieron, en una escuela, en Chibok, Nigeria. Yo dejé de pintarlas cuando llevaba 31 retratos. Y me despedí de ellas, de la «Secuencia del Amor Universal» creando una orla pared en mi estudio, durante Intramurs.
Hoy rescato a «La que sale». Creo que nunca la publiqué, porque era la hermana pequeña de «Keep Calm. Amor aéreo«. La que nunca se subastó en «Els drets del xiquets, mai una quimera«. La que se quedó a oscuras, en mi estudio, pintada en una pizarrita escolar, invisible y desempoderada, hasta hoy.
La traigo aquí porque aunque no las pinte, no las olvido. Y porque hay ciertas cosas que me hacen tenerlas muy presentes. Me refiero por ejemplo a un artículo publicado en Makma, escrito por un tipo, no recuerdo su nombre, titulado algo así como ¿Qué quieren las mujeres? en el arte, se supone.
Lo que este artículo dice, básicamente, es que las mujeres nos quejamos, especialmente las activistas. Que la queja es rentable y que no entiende si queremos visibilidad, presencia o poder. Y pone como ejemplo el Festival Miradas de Mujeres, en el que tuve el placer de participar con «Nadezhda» y ahí, claro, toca mare.
Voy a explicárselo, sencillamente, porque para escribir no basta con informarse, hay que formarse, y es muy probable que este señor no quiera y no sepa dar ese paso y prefiera quedarse en la queja, en su propia queja. Y es que formarse en igualdad, léase en feminismo, es un grado con máster incluido.
VISIBILIDAD I
Las mujeres en el arte estamos muy visibles como objetos, pero no como sujetos. Especialmente en los museos, explícita y a veces denigrantemente cosificadas, curiosamente como en las fotos de este señor. Para más info pincha en unas clásicas, las Guerrilla Girls. Suele suceder que algunos artistas tienen una técnica inmejorable que se ha puesto sucesivamente al servicio de un discurso misógino que vendía mucho entre otros señores, llamados en el mundo de arte, The Coinnosseurs. Muy ilustrativa la caricatura de Thomas Rowlandson de 1799 sobre la capacidad crítica, las estructuras de relación, legitimación y valoración estética en el mundo del arte. También sobre la rentabilidad de las piezas que convierten a la mujer en objeto de deseo y la descualifican como sujeto.
Pues bien, las personas activistas de ahora, como las de siempre, estamos aquí en el arte para deconstruir esos mecanismos de poder y denunciar esas estructuras obsoletas que todo lo invaden, desde la publicidad hasta la galería. Para decir, mira, esto es una porquería, tu técnica será muy buena, pero lo que estás haciendo se llama violencia simbólica, y no es aceptable, no pensamos aceptarlo porque deriva en violencia física y estamos hasta las narices de que esteticéis la violencia y naturalicéis los cuerpos de las mujeres como mercancía. Y esto no es una queja, ¿queda claro? Es un acorralamiento de las prácticas sexistas en la cultura visual contemporánea que llevamos a cabo las personas formadas en igualdad, llámalo feminismo, porque ese es su nombre, aunque te moleste. Y esta situación lleva mucho tiempo sucediendo, al caso de Emmeline Pankhurst y «La Venus del Espejo» por ejemplo, te remito.
VISIBILIDAD II
Estudié Bellas Artes cuando todas esas señoras de clase alta que este señor cita en su artículo se supone que dirigían el mundo del Arte en España. Yo las conocía de oídas. Estaba muy ocupada aprendiendo haciendo temple al huevo, dibujando vértebras, introyectando conceptos e historias. Y mis progenitores, los únicos mecenas que he conocido, pagándome techo y comida para que yo pudiera, vendiendo acuarelas al por mayor, sufragarme la matrícula, los carísimos materiales y las excursiones mochileras al ARCO de aquel entonces.
Mi profesor de pintura, al que yo admiraba (se llama efecto palomita), al acabar el año me llamó a tutoría y me dijo: «Pintas bien, pero ¿tú sabes por qué nunca llegarás a pintar? ¿por qué no serás nunca una «pintora»? Porque mientras los grandes genios han construido la historia de la pintura las mujeres os habéis dedicado a las tareas del hogar, a coser y bordar, vuestro cerebro solo está preparado para el detalle, no veis la globalidad, los árboles os impiden ver el bosque. Y eso, está ya en vuestros genes.»
Yo salí de la tutoría cabreada y desecha. Podría pensar que estaba bebido o fumado, porque también fumaba en clase. Hubiera podido pensar que se equivocaba y mandarlo al cuerno si en algún libro de historia de los que estudié en la facultad durante cinco años se hubiera mencionado a una sola mujer pintora. Pero no fue así. De modo que la autoridad académica y los libros de texto afirmaban una única verdad, muy contraproducente para mis intereses como artista: que las mujeres jamás hicimos carrera en el arte.
¿Qué no te lo crees? Compruébalo. Nuestra Biblia era «El Arte Moderno» de Giulio Carlo Argan. De más de ochocientos artistas mencionados solo hay en el índice tres mujeres con su respectiva ilustración, dos de ellas pequeñas y en blanco y negro. Sonia Delaunay, Natalia Goncharova y Berthe Morissot. La biografía de dos de ellas comienza diciendo, «Se casó con…» y «Conoció a…» La tercera no tiene ni biografía. Un principio nada halagador para una mujer artista, pues presupone que su conocimiento y su reconocimiento no viene dado por méritos propios, sino por ser la pareja sentimental y profesional de un gran artista. (Se llama síndrome de la musa)
¿Tenía yo referentes para saber que ese tipo de profesores y los libros de la biblioteca, mentían? Y que esa mentira era maledicente y perversa, a sabiendas, o no.
¿Podía yo emular la vida, obra y milagros de una sola mujer artista emancipada? ¿Identificarme, aspirar a parecerme, imitarla? ¿Tener un modelo, un precedente? O me arriesgaba a ser la primera… La primera en intentar, ¿qué?
Y lo más importante, ¿tenía yo conciencia de que para el sistema no era una persona, con los mismos derechos y oportunidades que otra, sino que era una «mujer» y por lo tanto parecía tener menos derechos y menos oportunidades que alguien que no lo fuera?
LA RESPUESTA A TODO ES NO.
Cuando decimos que queremos igualdad y visibilidad nos referimos a esto. Fue dos años después de acabar la carrera cuando llegó a mis manos un libro, «Seeing Ourselves: Women’s Self-Portraits» de Frances Brozello. Estaba en inglés, yo trabajaba en unos grandes almacenes de la cultura porque mi mecenas había muerto. Lo recibí y antes de colocarlo en la estantería me escondí en el almacen, abrí el retractilado y lo devoré con tanta fascinación como incredulidad. Allí no nos dejaban leer. Seeing Ourselves, un monográfico sobre autoretratos de mujeres me demostraba que las mujeres artistas habían existido. !Habían existido! !En el Barroco, en el Renacimiento, en las vanguardias, aquí y allá, por todo el mundo, en todas las épocas! !Ahora mismo! !Joder! !Y eran buenísimas! Retractilé de nuevo el libro, seguramente junto a Sergio Algora, lo reservé, lo abracé, lo compre y pasé horas traduciéndolo.
Lo que te cuento podía haber sido una excepción. Pero me consta que no lo fue. Que durante muchas promociones el mensaje que se nos transmitió en el máximo núcleo del poder académico fue ese. Incluso ya entrado el S.XXI una de las secretarias, al hablar sobre las mujeres docentes en esa especialidad, me dijo: -Pero mujer ¿qué dices?… ¿no te das cuenta de que en ese departamento la mayoría de las pocas mujeres que hay, son pareja de alguien…?
Vaya. Pues no. No me había dado cuenta, de muchas cosas. Y gracias a la historia contributiva y al esfuerzo de muchas personas que luchan investigando por la visibilidad descubro que la Historia de la Humanidad es el doble de rica de lo que nos han contado y que si no nos seguimos esforzando, la invisibilidad nos alcanza y nos entierra incluso en vida. Y si lo dudas te ofrezco dos páginas donde puedes encontrar cientos de pintoras y cineastas borradas de la historia que nos han contado: Mujeres pintoras y Mujeres cineastas.
PODER Y EMPODERAMIENTO
He dedicado tanto tiempo a escribir sobre la visibilidad que prefiero enlazarte a un vídeo muy didáctico de Ana de Miguel que ella titula «Qué es el empoderamiento y por qué es necesario«.
Y por si quedan dudas, revisitar una de las reglas de conducta de Madame Ching, una pirata que en 1804 dirigió dos mil barcos y setenta y cinco mil hombres. Porque sí, las mujeres también piratearon, aunque tengamos que aguantar que su biografía empiece diciendo que era prostituta y que luego se casó con fulanito… Te las cito porque estas reglas sagradas jamás nacieron de pirata varón conocido, he aquí el valor supino del empoderamiento: «Las mujeres y los niños, ya no serán colgados por el pelo, de los barcos». «No se permite a nadie tomar a una mujer cautiva sin su consentimiento, ni casarse con ella sin permiso del almirante. El que lo haga será castigado con la muerte en el acto».
CELEBRAMOS LA PRESENCIA, EL PODER Y LA ENERGÍA DE LA MIRADA Y LA ACCIÓN FEMENINA Y FEMINISTA EN EL ARTE
Si te quedan dudas este es el poder y la visibilidad que reclamamos como legítimas. El poder y la visibilidad de la igualdad. El poder para decirte se acabó, la violencia simbólica no tiene cabida, como no la tiene la violencia física. Se acabó la hegemonía de las historias machirulas, se acabó su falsa universalidad. Nuestras historias, nuestras miradas, nuestras perspectivas no son íntimas, son universales y llegan cargadas de libertad, empatía, soberanía y voluntad de progreso humano. Te guste o no.
Nigeria no nos queda tan lejos, si se sigue invisibilizando lo que allí sucede con las niñas y las mujeres y dando mientras voz pública a personas mal informadas o con intereses particulares que obstaculizan aquí y ahora, difundiendo veleidades, el sano ejercicio de la reflexión.
Si se sigue destruyendo en las escuelas y en los medios cualificados la legitimidad de la presencia, el poder y la mirada de personas feministas, formadas en la igualdad, jamás obtendremos la sociedad justa e igualitaria que merecemos.
El Arte no ha muerto y los artistas no son payasos. No des crédito a quien lo afirme. Es en la actividad creadora del ser humano donde radica la posibilidad de un recuperar un pasado, afirmar un presente y generar un futuro mejor.
Vamos por buen camino.
TREMENTINA LUX
There are no comments published yet.