Guía satírica para identificar situaciones extravagantes ante jurados que ya lo tienen claro.
«Que tú creas en los concursos o las oposiciones y te presentes a ellas con ingenuidad es lo que mantiene vivo el falso sistema meritocrático.»
Acumulo muchas horas de viaje en presentación de proyectos artísticos o docentes y defensa de currículums en instituciones públicas, educativas, culturales, administrativas y museísticas, lo que me ha permitido encontrar patrones de comportamiento comunes en las personas que forman el jurado cuando, a la vista de los resultados, todo apunta a que la decisión está tomada antes de que entres a defender tu proyecto.
Una información de interés dramatúrgico
Hoy te comparto en forma de catálogo de personajes mi experiencia porque puede que te sea útil para escribir guiones de película o obras de teatro periféricas. También para que puedas identificar lo que sucede mientras, aún con la confianza integra depositada en las personas y las instituciones, defiendes con pasión aquello que haces pensando que tienes una remota oportunidad de que ese dinero público revierta en tu arte y tu cuota de autónomos.
AVISO: Todo parecido con la realidad es fruto de la más rocambolesca imaginación literaria. ¡Vamos allá!
Personaje 1: Tú-no
Empezaré por las personas que no te miran a la cara mientras hablas por miedo a ser descubiertas. Estas personas te miran solo al entrar, te escrutan de forma fulminante como si quisieran entender porqué te has presentado y porqué tienen que perder su tiempo contigo. Buscan alguna ganancia en ti, es lo único que les queda por aprovechar de la situación. Se percibe una gran incoherencia cardíaca en su proximidad. Hay en su mirada una mezcla de curiosidad y amenaza, me refiero a que su breve mirada resulta amenazante aunque te sonrían tímidamente por una extraña falsa cortesía. Ahora con la mascarilla se pierden los matices, pero la esencia es esta. Cuando toman asiento y empiezas a saludar y agradecer su presencia ya han dejado de mirarte. No levantarán la cabeza de los papeles que tienen delante en toda tu exposición, nunca asentirán, nunca conciliaran, sentirás que hay un muro de hormigón como los que se hacen en los campos de naranjos para quemar los rastrojos entre esas personas y tú. Tomarán nota de alguna idea que pueden aprovechar, de forma muy puntual, casi a escondidas y si tienen algún comentario será tajante y negativo. Cuando preguntas si tienen preguntas nunca preguntan nada y al acabar cierran los papeles que tienen delante suyo con aceleración. Tienes la sensación de que estás en el zoológico y tú eres el bicho raro. Estas personas ya han decidido que no les gustas antes de puedas explicarles algo. Ya tienen elegido su candidato o candidata y les molestas. Desgraciadamente he de decirte que estas personas tienen poder de influencia sobre el resto, bien porque están alineadas con la decisión o porque son el núcleo del órgano decisorio supra-jurado. Si hay un tercio mínimo de estas personas entre tu jurado he de decirte que estas caput, y si hay una pero es quien dirige el tribunal, también. Pasarás la exposición intentando captar su mirada y cambiando el todo de voz o diciendo algo que pueda interesarles. Es inútil, no te miran porque si lo hicieran les podrías gustar y entonces tendrían un dilema moral, hay en ese no mirar un poso de vergüenza y arrepentimiento inconsciente, lo que aún las hace buenas personas y el cinismo no es del todo profesional. Han sido designados por el dedo de Dios para ser el brazo duro de la opción ganadora, y lo saben. El Tú-no más cínico que se puede personar en un tribunal es aquel que presidiéndolo abandona la sala a los cinco minutos, o el que se queda y te hace imposible la exposición, generalmente es un varón, esto me ha pasado, palabrita de niño Jesús. Preocúpate si esto pasa, cierra tus bártulos y abandona la sala antes de que abusen más de tu confianza.
Personaje 2: Tú-por-aquí
Este perfil es similar al perfil Tú-no pero tiene la orden de acompañarte y hacerte sentir como si el jurado te fuera a escuchar en buenas condiciones y con las orejas bien abiertas a la experiencia radical de la igualdad real de oportunidades, esa que figura en las bases de todas las convocatorias públicas. Esta persona conoce bien las normas internas que rigen la elección, está al tanto de los acuerdos antes y después de la defensa. Es maja, te acompañaría al cadalso dándote caramelos para que no se te hiciera amargo el trago, pero te acompaña al cadalso, es su misión. Tu a veces la miras en la exposición y esta persona incluso te asiente como si te entendiera aunque entre ella y tu hay un muro de cristal. Es una persona funcional, funcionaria, no le pone mente a la situación para no emocionarse de ninguna manera, sigue órdenes, es subsidiaria y mantiene un cierto poder en la sombra, el poder que le da la conocer mejor que nadie la normativa. Siente que hace bien su trabajo y puede ponerse muy agresiva o cortante si le haces alguna sugerencia o le planteas alguna cuestión que la saque de su orden preestablecido, a fin de cuentas, está siendo demasiado amable contigo, dado que has venido a alargar la jornada de trabajo y no eres la candidata elegida. Esta persona pone los límites, te dice dónde sentarte y el tiempo que tienes para exponer, te mira porque tiene algo de perro pastor e intenta que no te salgas del redil para no molestar al amo, esté o no presente en el jurado, te recuerda tu condición de oveja. Esta persona aparentemente te cuida y te facilita el acceso a la sala con todo rigor porque tiene clara la premisa inicial. Teatralizar y ritualizar el momento es importante para que tú creas en los concursos o las oposiciones y te presentes a ellas con ingenuidad, porque esta actitud de generosidad es precisamente la que mantiene vivo el sistema: sin concursantes no habría concursos. Puede incluso que esta persona se dirija a ti durante la exposición, que te formule alguna pregunta técnica concreta, que te haga alguna indicación o asienta en algún comentario, en cualquier caso no dará pie a que la respuesta sea larga. Puede que tome notas, nunca sabrás si es de lo que dices o de la lista de la compra del supermercado, a fin de cuentas tiene vida después del trabajo.
Personaje 3: Tú-casi
Suele haber alguien en estos jurados que no está del todo de acuerdo con la decisión hegemónica preestablecida. Alguien que tiene un punto de librepensador o de anacoreta. Alguien que siente un discreto interés por lo que dices pero no puede por razones ajenas a tu voluntad manifestar con intensidad delante del resto, lo que siente, piensa y opina. Suele haber una persona de estas características, o como mucho dos. No es habitual que formulen preguntas por no contrariar al resto dándote la oportunidad de hacer un redoble de tambor, aunque a veces con mucha timidez lo hacen, la voz se les va menguando a medida que acaban la frase o ni siquiera la acaban y te interpelan con la mirada. Yo creo que estas personas podrían cambiar el paradigma de lo que sucede, pero tendrían que trabajar su valentía para exponer su punto de vista, o saldar sus deudas o negarse a entrar en un jurado al que no pueden convencer de lo contrario, como en «Doce hombres sin piedad«. Supongo que cuando la mano sacra compone el jurado tiene en cuenta estos perfiles, personas independientes que se hacen dependientes por la presión del grupo o por las deudas y favores contraídos o por influjo inconsciente de la mayoría. Excede este post averiguar las razones. Normalmente te diriges a estas personas intentando despertar en ellas más y más interés para que despierten al resto (viste esa narración simbólica de niña y parece que se convirtió en realidad objetiva). Estas personas te miran y asienten cuando los demás miembros del jurado no los ven. Se sientan durante mucho tiempo pegadas al respaldo para poder asentir como por detrás del resto y tienen una cierta cara de pena o de inconmensurable tristeza en su interior. Son todo el rato energía del tipo quiero y no puedo. Te vuelves loca enviándoles energía de reciprocidad, a veces miran los papeles y la información que les ofreces con tu presencia les produce sincero interés. Tu sientes que les aportas luz, pero sabes que no está en su rol cambiar nada, no darán un paso por defender una opción libre, opuesta a la que tácitamente se les ha impuesto cuando se les ha concedido el privilegio de formar parte de este tribunal. Se llevarán consigo tu recuerdo como una aportación positiva en sus vidas, te consta, pero el Ayni, es decir la reciprocidad, no pasará de ahí. El muro que les separa de ti es un pastor eléctrico, nunca sabrás si en sus cables hay electricidad aún o su comportamiento responde más bien a un fenómeno de indefensión aprendida con los años.
Personaje 4: Tú-casi-caray
Es una ampliación del perfil anterior. Es el perfil que me ha inspirado a escribir este catálogo imaginario. Gracias. Suele ser una mujer. Es una mujer jovial, alegre, que parece estar por encima del bien y del mal, es la chispa del jurado. Tiene un grado de independencia superior a la media, preconiza lo que sería el comportamiento del miembro ideal de un jurado: te mira a los ojos, pregunta para que respondas largo y de verdad, se entusiasma con lo que dices, mira los papeles para apoyarse en ellos y no para esconderse de tu presencia, le resultas cómoda, conecta con lo que dices y aunque puede que no entienda nada abre su percepción a todo conocimiento con curiosidad, empatía y resonancia. Tiene mucha luz y emana bondad. A veces me he imaginado todo un tribunal así y me entran espasmos de alegría de solo imaginarlo. Todo es afín y vibrante, la comunicación es una fiesta y sientes que la posibilidad existe. Te hace sentir bien, le da sentido a los concursos: -!Estoy a un paso de conseguirlo! Te dices. ¡Nuestras ingenuidades se alinean! Y entonces, cuando el perfil Tú-por-aquí te espeta que va siendo hora de acabar y te da las gracias, la persona Tú-casi-caray toma la palabra de forma impulsiva, como si le brotara una cascada de agua pura cristalina por la boca convertida en manantial verborréico y te dice (agárrate los machos): «-Tu proyecto es muy bueno, es muy necesario, si esto no sale, no pares aquí. !Preséntalo a otros sitios, colegios, museos, instituciones! !Véndelo, sigue, es increíble! te has expresado muy bien, (lo defiendes tan bien y tan ameno que sirves para monologuista, me han llegado a decir) Por favor no pares aquí aunque esto no salga !Tu proyecto tiene que salir!»;- Eres AUTÉNTICA. Tienes autenticidad. Algo así, con muchas variantes dialectales, durante un buen rato… Y a ti, la primera vez se te queda cara de: ¿Perdona…? Estoy aquí defendiendo esto que he creado para aquí y esta es la oportunidad. ¿Qué me estás queriendo decir? La segunda vez que te pasa en otro tribunal se hace un silencio tras su bendita arenga bienintencionada. Y la miras y te entran ganas de decirle: -Si te gusta realmente lo que hago defiéndelo aquí y ahora. Iré a otro lugar donde otra mujer, de mujer a mujer de forma cómplice me diga que valgo mucho y no haga uso de la sororidad valiente para romper la barrera del machismo hegemónico, porque de eso se trata el 99% de las veces. Es entonces cuando te viene el refrán valenciano: –El peix està venut. Que es lo mismo que llegar a un restaurante vacío y que te digan que todas las mesas están ya ocupadas. Presiento que el perfil Tu-casi-caray es una persona honesta que regresa a casa pensando que ha hecho lo correcto, que en ese: -¿Tú me entiendes… verdad? que te espeta hacia el final, justo antes de acabar, interpretas a la luz de los resultados posteriores que te está diciendo en un acto de valor: -Esto está vendido pero no pierdas la confianza en ti misma, ni la autoestima, que no te destroce la motivación esta farsa, lo que haces lo vale, pero aquí hay fuerzas superiores que ya han tomado una decisión y no estás en sus planes, esto es todo lo que puedo hacer por ti, todo lo que puedo decirte y supone un riesgo aceptable para mí, que me manejo en un rol naif, aparentemente independiente. Lees la gratitud en sus palabras y hay un pelín de Ayni. Qué bonita esta figura.
Personaje colectivo 5: Tú-molarías
Y luego están las personas amables y maravillosas que te encuentras a la entrada, en el ascensor o en la escalera mecánica cuando llegas y cuando te vas, pueden ser las mismas o de turno diferente. Son personas que saben cómo funciona lo que pasa en los despachos pero están fuera de ellos. Son personas que te dicen: -Pero si la reunión ya ha acabado, ya se han entrevistado con quien estaba previsto que se entrevistarán, no te tengo apuntada y tienen que llamar a alguien para comprobar que eres una candidata y que les queda media hora de charla antes de poder firmar las actas, cuando hay actas. O personas que te ponen la mano en el hombro y te dicen antes de que entres: -Bueno, otra vez será… . O: -Estaría bien que te dejaran trabajar aquí, o -estaría bien cambiar pero ya sabes como funcionan las cosas… Y la verdad es que no lo sabes, y por más que te prometes que será la última vez, vuelves a creer en las personas, en la igualdad de oportunidades y las instituciones. En los valores. De estas personas Tú-molarías conservo siempre los mejores recuerdos, me los han dicho incluso en francés: la femme joyeux et courageuse. Son como el coro en las Óperas de Verdi.
¿Por qué sigo intentándolo?
En este momento vital comparto el conocimiento en forma de proyecto artístico porque un cambio de paradigma no se logra amarrando las ideas. Lo comparto para crecer como colectivo y como persona. Me siento nutrida por los campos y la salvaje naturaleza, apoyada e impulsada por la sabiduría ancestral de los árboles, los animales y las plantas. Le pese a quien le pese, haga oídos sordos quien los haga, ignore los méritos quien los ignore. El cambio está aquí. Las ideas que me llegan son para compartirlas con el mundo humano que habita esta bendita Madre Tierra, generosa in extremis. Y en ello estamos. Si existe la decepción está para crecer. Con felicidad, determinación, voluntad, pasión, entusiasmo, que en términos etimológicos es llevar a Dios dentro. Cuando pasen unos años todas las ideas nuevas expuestas desnudas frente a tribunales tan armados, serán tan obvias que parecerá vuestras desde siempre. Leed entonces esto, recordad que la luz entró por esta rendija con la fiereza del sol Mediterráneo en días de verdadero verano. Ese sol bestial soy yo.
Va por la rama de olivo que me acompañó y por todos los caballos que vuelan sin espuelas. ¡Ahó!
TREMENTINA LUX
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