Quién soy y qué hago

Soy TREMENTINA LUX, soy artista plástica, teórica y práctica de la comunicación audiovisual y los estudios de género. Pinto, escribo, leo, locuto, diseño, fotografio, reflexiono y analizo. Todo esto, sobre todo, me hace evolucionar como profesional y como persona, me motiva y me divierte. Creo este contenido para ti, que me lees y para mí, que también me leo. Soy del mundo y vivo en Valencia.

Translate:

Redes Sociales:

LA CHATARRERÍA NOFERICA

Mi padre era chatarrero en la Calle Sogueros. Fue su primer oficio después de la guerra civil, muchos años antes de convertirse en Maestro en la Politécnica. Fue chatarrero con siete años. Fumaba con sus amigos, recogía sabiduría de las calles, me lo contó muchas veces, siempre sonriendo.

Allí, mientras iba perdiendo sus dientes a causa de la piorrea, descubrió su primer violín y al romper sus cuerdas en un intento fallido de hacerlo sonar valoró la música clásica y se dedicó de por vida a escucharla y admirarla. Allí descubrió las mezclas químicas, las soldaduras eléctricas y el compañerismo salvaje.

Luego fue almohadillero en la plaza de toros, también trabajó en un taller de joyería, en otro de metales y debió de aplicarse mucho estudiando mientras trabajaba, porque no sé muy bien cómo, consiguió un buen puesto en el Aeropuerto de Valencia, en un departamento secreto en contacto con los Estados Unidos de América.

De ese tercer oficio obtuvo los materiales para construir varias radios, un televisor de lámparas y un telescopio. El telescopio y la radio con la que sedujo a mi madre, aún los conservo aunque no tengo claro que sepa volver a calimarlo. El televisor no quiso vendérmelo un anticuario de lujo, la última vez que lo ví en su escaparate, porque era una pieza única.

Yo recuerdo a mi padre aprendiendo a decir “fire” en la playa de las Arenas y a mi madre corrigiéndole la pronunciación, explicándome ambos que “fire» significaba fuego. Y no recuerdo haberle escuchado nunca otra palabra en inglés. Entonces ya llevaba una fantástica dentadura postiza hecha a medida por un amigo protésico y tenía un precioso seiscientos blanco en el que yo me tumbaba a ver atarceder cuando volvíamos a casa. Todavía hay alumnos suyos que me paran por la calle y me dicen con orgullo: -Fue mi Maestro.

Ahora hay muchos chatarreros en Valencia. Es un oficio en auge. Llevan su peculiar pitillo en la boca, el basquet de plástico sobre el trasportín de la bici, la larga vara de acero o hierro y la sonrisa del grupo en la boca. Les tengo cariño, me resultan entrañables. Los veo como viajeros del pasado, presumiendo de oficio extinto, en un futuro que no es sino nuestro presente.

Hoy, en una avenida muy céntrica de Valencia, cerca de un prostíbulo de lujo, he descubierto que el laboratorio fotográfico al que alguna vez llevé carretes para hacer grandes ampliaciones se ha convertido en una chatarrería, con cartel y todo:

“Chatarrería Noferica”. Es la primera vez en mi vida que veo una chatarrería en el centro de la ciudad de Valencia.

Me pregunto si estos jóvenes chatarreros del siglo XXI, sin saber apenas leer y escribir, como mi padre, podrán algún día acreditarse y convertirse en Maestros en la Politécnica y educar a sus hijas para se licencien y lo cuenten en su blog… Algo pasa, algo está pasando.

TREMENTINA LUX

There are no comments published yet.

Deja un comentario

Translate »
A %d blogueros les gusta esto: