Quién soy y qué hago

Soy TREMENTINA LUX, soy artista plástica, teórica y práctica de la comunicación audiovisual y los estudios de género. Pinto, escribo, leo, locuto, diseño, fotografio, reflexiono y analizo. Todo esto, sobre todo, me hace evolucionar como profesional y como persona, me motiva y me divierte. Creo este contenido para ti, que me lees y para mí, que también me leo. Soy del mundo y vivo en Valencia.

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manifiesto del error

Manifiesto del Error

Partimos del error. La energía no es bella ni nefasta. Simplemente la energía es. El error y el acierto son lo mismo. En términos absolutos, no son.

El trazo dibujado no es una mano, ni un ojo, ni un pie. Simplemente es trazo. El trazo es uno de esos lugares en que la energía es. Como el condimento, el gesto, la voz, la respiración, la mancha y el ruido. La energía no es una pretensión de energía, es energía.

La energía no puede negarse ni aceptarse. Está y esto puede aceptarse, abrazarse, con paciencia.

El ser humano, como el trazo, ponen en suspenso la magnitud de la energía cuando tratan de domesticarla. La energía no se domestica, simplemente es, está. Si se domestica la energía se transforma en parte, y en parte se inutiliza siendo absorbida.

Aceptar el trazo que surge es aceptar la perfección de una energía inexpresable que se expresa en él, si deseamos entenderla, y que se expande en él sea o no contemplado.

La energía está, es, más allá de nosotros y del trazo, la voz, la letra o la mancha. La energía fluye en nosotros y en nosotras como canales abiertos al cosmos, sin poseernos, sin poseerla. Simplemente es, simplemente está. Nosotros y nosotras somos lo mismo. Siempre simplemente conectados.

El ser humano es un trazo magnético, imperfecto, dubitativo, no se crea ni se destruye. Siendo energía, las personas y sus manifestaciones sólo se transforman las unas en las otras en la mezcla. La mezcla es la fusión de seres previamente fisionados.

Aceptar el error del trazo es aceptar que la convención ha muerto como valedora de verdad. Aceptar que el valor estético del trazo está en sí mismo, es aceptar que el trazo carece de valor, la energía siempre está, siempre es.

Aceptar que la rectificación sea un deseo es aceptar la energía que nace de la no aceptación. Aceptar un trazo tal como surge de la mano es aceptar la mano.

Rechazar el trazo tal como surge transforma la energía en otra clase de energía, algo que ya no está al servicio del conocimiento, sino de la distracción. Así, mediante esta distracción la energía se disipa y el cuerpo, como el trazo, se enfría y se resigna a su forma aceptable, estanca, desposeída, flotante.

La energía respira en nuestras manos y en la materia sobre la que se posan, porque manos y materia son lo mismo, temporalmente interpretadas como cosas en distinto estado. Todo somos uno y lo mismo, siempre, simplemente y esto vale sin tiempo verbal.

La energía se conecta a otras energías mediante afinidades electivas. Así se superponen unas sobre otras infinitamente moviendo a su vez las energías colindantes y aquellas que no lo son, porque de tiempo y espacio la energía no entiende. La energía que es, ha sido y será, está en todo, es todo.

No puede intentar explicarse la energía. Esa energía, la de la explicación, es otra. La energía que crea simplemente es, y esto se explica simplemente haciendo.

Existen sustractores de energía. Cuando la energía se disipa se produce una transformación acelerada de la materia en decepción. Así los cuerpos mueren y la energía, como mercurio líquido, se vuelca en el entorno, en lo que siendo entendido como lo demás era lo propio, extinguida, derramada como en un canal que va a dar a la mar.

Mientras lees esto la pantalla y la letra han sustraído parte de la energía que eres y transmites. La energía de la que hablamos no puede explicarse y la pérdida de sus manifestaciones, tampoco. Energía es una palabra, como Arte, Dios y Agujeros Negros.

Sé. Haz.

TREMENTINA LUX

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