Me han pedido que hable de Joan Wallach Scott, en concreto de su artículo «Gender: A Useful Category of Historical Analysis,» publicado en la American Historical Review en 1986. Así que aprovechando las tareas académicas abro aquí una categoría de divulgación científica sobre los Estudios de Género, y lo hago con un alegato de Vandana Shiva (autora, activista, pionera, científica, tutora y madre) con el que estoy absolutamente de acuerdo: “El patriarcado destruirá el planeta si no lo frenamos”.
Dicho esto, empieza la función, tomad asiento.
CAPÍTULO UNO.
De cómo la vida práctica en India ha modificado este post, o de cómo estudiar, no basta.
Iba a escribir un artículo de divulgación científica, sin más, cuando de repente, para luchar contra el dinero negro (tiene tela la oposición blanco/negro) el gobierno de India decidió retirar veinticuatro millones de billetes de la circulación. A partir de la media noche del día 8 de noviembre, así sin avisar, los billetes de 500 y 1000 rupias, (al cambio 7 y 14 euros), se convirtieron, como la cenicienta, en caca de la vaca, eso sí, sagrada. Podéis imaginar que estos eran los billetes más grandes del sistema monetario indio, y que esta semana nos estamos viendo obligad@s a sobrevivir buscando la calderilla que suele caerse en el fondo de los bolsos porque, hasta que entre en circulación la nueva moneda, la calderilla es el único dinero que conserva su valor.
De repente, el dinero ha dejado de existir y para poder comer, comprar agua embotellada o coger un auto rickshaw, cosas básicas, solo existe la solidaridad entre las personas, el yo te fío, tu me fías. Tenéis que probarlo. Esto me recordó mucho a la obra del artista africano Meschac Gaba, que utilizó el dinero devaluado en su país para construir sus instalaciones y que yo ponía como ejemplo de deconstrucción en mis antiguas clases de Teoría y Ecología de los Medios de Comunicación, lo que ayer me hizo despertar llorando de nostalgia. Porque una cosa es la seguridad de impartir teoría desde una tarima universitaria y otra, la urgente preocupación (o el privilegio) de saber momentáneamente lo que significa no poder comprar comida o agua en la práctica. Así sucede aquí con todo, feminismo, empoderamiento, clasismo social, xenofobia, colonialismo…
Y claro, inmersa en la realidad india, ya no pude escribir un post académico sencillito…
Por eso, cogí de forma compulsiva y placentera el último billete de 500 rupias que tenía en el bolsillo y pinté a Joan Wallach Scott, el mismo día, precisamente, en que Hillary Clinton perdía las elecciones en Estados Unidos por ser, entre otras cosas, mujer. Gracias querida Elena por la maravillosa crónica desde Nueva York llena de concreción verbal y perlas misónigas acerca de lo que se ha vivido en las calles, ilustra muy bien el panorama: «Hillary sucks but not better than Monica«. Sigo. Cuando les enseño el billete a mis amigas japonesas, se ríen. Se ríen todo el rato, la verdad, no sé si es por la cantidad de soja que toman al día, o porque les hace gracia mi sarcasmo. El caso es que mis amig@s indi@s también se ríen, porque detectan la falsedad del billete en cuanto lo toman en sus manos y comprueban que el retrato de Gandhi ha sido sustituido por el de una mujer sonriente, en ese momento, me lo devuelven, diría que incluso con temor.
Aquí recuerdo un poco eso de ser artista fuera de la circulación
En general el billete nos hace reír, y esto es bueno. Yo también me he reído pintándolo, mucho. Busqué una foto de Joan, la volteé para que su perfil coincidiera con el de Mahatma y empecé a modelar con blanco las aletas y el tabique de su nariz (se parecen bastante) a construir sus pómulos y reformar su oreja, Gandhi la tiene más ancha y Joan más larga. Las gafitas no fueron un gran problema, quedan ocultas en las mejillas y la calva de Gandhi fue una gran aliada para pintar sin interferencias el pelo canoso y rebelde de Joan. Los contrastes entre blanco y negro y las veladuras de color fueron determinantes para obrar la transustanciación de un hombre santificado por la historia, en una mujer historiadora, que siendo un portento de erudición, no deja de parecer la Tia Mildred venida a más en un billete de 500 rupias indio. Nada que ver con la potencia kármica del aquel otro retrato que pinte sobre un soporte excepcional “Rita sobre compresa de algodón” cuyo verdadero poder de absorción del capital, también pictórico, si que estremecía.
Para venir a India yo cerré mi taller de pintura en el Carmen. Las puertas que daban entrada a mi estudio del Carmen eran de gigantesca madera, un precioso y enorme cuarto propio conectado en el que pintaba obras de dos metros de alto y compartía con el vecindario festival tras festival. Ahora mi castillo aquí, en esta tierra sin museos ni galerías, es también es como la calderilla de los bolsillos, pequeño y preciado. Por eso, cuando digo que con la intervención artística sobre el billete, le he añadido valor a un papel que ahora vale, gracias al retrato de Joan Wallach Scott diez mil rupias, todo el mundo se ríe.
La devaluación de mi arte, la devaluación del billete y la devaluación de Joan se sincronizan al unísono para que ninguna de todas seamos tomadas en serio por un sistema patriarcal enfermizo que nos caricaturiza y que asigna valor a lo que el poder establecido, aleatoriamente, se lo asigna.
CAPITULO DOS. Aviso, voy a hacer un poco de historia sobre Joan Wallach Scott y su obra, have a seat, please.
Volvamos al objetivo. Joan Wallach Scott es historiadora, nació en Brooklyn en 1941 y sigue viva, es una clásica moderna y también, bastante desconocida. Una de las ventajas de las científicas feministas es que a diferencia, por ejemplo, de Santo Tomás de Aquino, puedes contactar con ellas por email, por si tienes dudas a la hora de interpretar la realidad que te rodea y con suerte, hasta puedes matricularte en sus asignaturas.
El caso es que, según indica su propia página personal en internet, además de Doctora Cum Laude por la Universidad de Wisconsin es Doctora Honoris Causa por las universidades de Brown, Harvard, Bergen, Wisconsin y Princeton, si no me dejo alguna. Por sus más de 40 años de investigación sobre la historia de Francia, la historia de las mujeres y el género, y la teoría feminista ha recibido varios premios de la Asociación Histórica Americana, el Nancy Lyman Roelker y el de la Distinción Académica. Ha sido profesora (asociada a veces) en las universidades de Illinois, Chicago, Northwestern, Carolina del Norte, Chapel Hill y Brown, donde fue la directora fundadora del Centro Pembroke de Enseñanza e Investigación sobre la Mujer. Desde 1985 es profesora en la Escuela de Ciencias Sociales del Instituto de Estudios Avanzados y fundadora de la revista por pares History of the present. Y sin embargo, como suele decirse, la conocen en su casa a la hora de comer.
Ahora un poco de historia sobre la historia contributiva feminista y sobre las relaciones de género, conocimiento y poder.
¿Sobre qué ha escrito Joan Wallach Scott para merecer tantas distinciones académicas? ¿Sobre qué diserta? ¿Por qué es importante su contribución a la historia de la historia, y sin embargo, es tan desconocida?
Veamos, según la Enciclopedia Británica, que no se caracteriza precisamente por inclusiva:»su trabajo, que influyó mucho más allá de los límites de su propia disciplina, se caracterizó por su integración de la historiografía, la filosofía y la teoría del género». Y sigue: «Aunque muchos aplaudieron a Scott por desafiar los presupuestos epistemológicos que subyacen al estudio de la historia, otros eruditos, dedicados a la base empírica de la investigación histórica, rechazaron su enfoque como un ejemplo de la amenaza relativista planteada por el posmodernismo.» Voilà, atención al enunciado, mientras que «muchos» aplaudieron, los «eruditos» la rechazaron.
Esto es precisamente lo que Joan, en el artículo que nos ocupa, explica que sucede con la presunta Historia Universal, con mayúsculas, cuando en sus presupuestos añade la (micro o macro, da igual) historia de las mujeres, es decir de la contribución a la verdadera Historia en su conjunto, de media parte de la humanidad. Primero, palmadita en la espalda de los «eruditos», segundo rechazo y tercero, caída en el olvido.
La enciclopedia Británica tiene un gran prestigio académico, pues la confecciona un grupo limitado de (según Forbes) «distinguidos expertos» a diferencia de, por ejemplo, la Wikipedia, realizada por un número indeterminado de»editores civiles». Hablamos del conocimiento ejercido como poder. Mientras el artículo escrito por André Munro en la Británica le dedica a Scott poco mas de 825 palabras el artículo anónimo de la Wikipedia le dedica 8.966 a fecha de ayer, incluyendo fotografías, referencias externas y enlaces a las fuentes originales, información sabiamente omitida en la fuente «culta». Ahí lo dejo.
Hablar hoy de Joan Wallach Scott es hacer Historia contributiva feminista con una científica viva. ¿Tiene esto un nombre? Sí, ella lo explica muy bien, su problema es que en realidad toda experta, tenga doce o veinte Doctorados Honoris Causa, está siempre sujeta al reconocimiento de los «expertos» con O, aunque no posean en su haber ni la mitad de méritos académicos, o aún incluso, poseyéndolos.
Y por fin, me meto de lleno a sintetizar las ideas principales del artículo de Joan Wallach Scott.
Como es habitual en mí os remito a la fuente primaria. Aquí. El resto es contenido masticado y deglutido. Prefiero que leáis a Scott pero si os apetece una Scott accesible, en forma de canapé, aquí os la sirvo. Y si estáis más por la divulgación tragicómica con tintes indios, podéis pasar directamente al Chapter Tree.
En «Gender: A Useful Category of Historical Analysis,»Joan Wallach Scott realiza un recorrido por las diferentes acepciones históricas del término Género, en la línea argumental de la Internacional Situacionista, en concreto de las «Palabras Cautivas» de Khayati. Es decir, no hay quien atrape en diferentes tiempos y lugares el significado de una palabra, ni diccionario que pueda garantizar su inmutabilidad. Como ella misma indica, tener la osadía de pretender definir una palabra es librar «una batalla perdida».
Desde esta perspectiva de inaprehensión conceptual, la autora realiza un estado de la cuestión sobre el término, sus usos y controversias, en tanto que ha sido utilizado como sinónimo de “mujer” y como como categoría social impuesta sobre un cuerpo sexuado. Scott explica que la aproximación de las historiadoras al “género” se realiza desde dos posiciones: la descriptiva, que se refiere a la existencia de fenómenos o realidades sin interpretación, explicación o atribución de causas, y la causal que teoriza sobre la naturaleza de los fenómenos o las realidades y trata de entender como y porqué adquieren esa forma. Hasta ese momento histórico (recordemos, 1986) los esfuerzos teóricos sobre este campo resultaban dispares e incluso en ocasiones contradictorios. Scott trata de hacer una síntesis de las estrategias causales que intentan reconciliar las teorías con la historia superando el estadio meramente descriptivo.
El resultado queda resumido en tres posiciones: en primer lugar, las Teóricas del Patriarcado, entre ellas Mary O’Brien, Shulamith Firestone y Catherine MacKinnon, que intentaron explicar el origen del patriarcado basándose en la subordinación de la mujer, una posición limitada, según Scott, por asentarse en exceso sobre la diferencia física entre los entre sexos. En segundo lugar, las Feministas Marxistas influidas por Foucault, que se centran en la tradición marxista. Para Scott esta vertiente busca una explicación al sistema opresor que permita excluir las diferencias físicas naturales cayendo, sin embargo, en la trampa de hallar una explicación “material” para el género. Entre ellas Scott cita a Jessica Benjamin y Joan Kelly. Y en tercer lugar, las Teorías Psiconanalíticas influidas por Lacan que intentan explicar desde el punto de vista postestructuralistala la producción de la identidad de género del sujeto, centrandose en las primeras etapas del desarrollo del ser humano. Entre ellas cita a Nancy Chodorow, Carol Gilligan, Denise Riley y Teresa de Lauretis, alabando la capacidad crítica de estas últimas con el sistema binario de oposiciones y la postura falocéntrica de Lacan. Las teorías psicoanalíticas son en parte desacreditadas por la autora por la excesiva carga determinista depositada en los acontecimientos de la infancia, apelando además, a la necesidad de poner en práctica los presupuestos deconstruccinistas de Derrida.
El núcleo del asunto: después de este estado de la cuestión, no exento de crítica, la autora define su propia idea de género.
Scott defiende su teoría del Género basándose en dos proposiciones integralmente conectadas: el género es un elemento constitutivo de las relaciones sociales basadas en las diferencias que distinguen los sexos y el género es una forma primaria de relaciones significantes de poder.
Estas dos proposiciones se hacen fuertes en cuatro elementos interrrelacionados: uno: los símbolos culturalmente disponibles que evocan representaciones múltiples y contradictorias (como Eva y Maria), campo de batalla de la violencia simbólica (esto lo digo yo en el 2016). Dos: los conceptos normativos que manifiestan las interpretaciones de los significados de los símbolos en un intento de limitar y contener sus significaciones metafóricas. Doctrinas religiosas, educativas científicas legales y políticas que asignan valor jerárquico a los símbolos. Tres: la Historia (o historias) subsiguientes. Narraciones cultas y populares, en cualquier caso hegemónicas, producidas como si fueran producto del consenso en lugar del conflicto. El género se construye a través del parentesco pero no de forma exclusiva, sino también a través de la economía y la política. Cuatro: la identidad subjetiva. Es decir, la transformación de la sexualidad biológica de los individuos a medida que son aculturados de acuerdo con las teorías de Gayle Rubin. En este sentido, la autora pone de manifiesto el esfuerzo de las historiadoras en la creación de biografías individuales y colectivas.
Y… ¿Por qué fue tan importante el artículo de Joan Wallach Scott? Esto sirve a modo de primera conclusión.
Básicamente porque en este paradigma de efervescencia teórica, Joan Scott soltó la bomba académica de que el “género” en la disciplina histórica, no podía seguir siendo considerado una categoría de análisis dependiente de otras categorías. Es decir, que la comunidad científica debía asumir el género como categoría de análisis en sí misma, libre y emancipada, dando lugar a una utopía mundial de mejora igualitaria (sexo, etnia y clase), en la línea de lo que hoy defiende añadiendo la ecología, Vandana Shiva y claro, en un principio no fue demasiado bien recibido.
CAPITULO TRES: De como treinta años no son nada. Firma la petición para que los Estudios de género sean incluidos como categoría principal en el Tesauro de la Unesco.
Mientras la historia de la humanidad que nos han contado está limitada y disponible en las librerías de saldo, (Picasso, Magritte, Mattise, Marco Polo y Tutankamón) la verdadera Historia de la Humanidad, la que está siendo contada a diario y en presente, solo crece y se visibiliza de forma maravillosamente exponencial gracias a la toma de conciencia proporcionada por los Estudios de Género.
Sin embargo, cuando acabé mi tesis doctoral en enero de 2016 y la inscribí en el catálogo de Tesis del Ministerio de Cultura, TESEO, me di cuenta de que los “Estudios de Género” no estaban contemplados como categoría en el Tesauro de la Unesco y por lo tanto el volumen y la transcendencia de la producción científica en Estudios de Género” queda sistemáticamente invisibilizada por la estructura de poder patriarcal. Si entras al Tesauro de la Unesco, veras que los grandes temas recogidos son siete: 1 Educación, 2 Ciencia, 3 Cultura, 4 Ciencias sociales y humanas, 5 Información y comunicación, 6 Política, derecho y economía, 7 Países y agrupaciones de países. La petición, que puedes firmar y difundir aquí, está pensada para que los Estudios de Genero se inscriban como la categoría número 8, puesto que son transversales y pueden darse y de hecho se dan, escondiditos en las siete restantes.
Si queremos cambiar el paradigma hay que empezar por ordenar los cajones y romper el techo de cristal. Por increíble que parezca treinta años después del alegato de Joan Wallach Scott, seguimos igual. A efectos prácticos, la disciplina no se ha emancipado, parece más difícil añadir una categoría al Tesauro de la Unesco (blanquear conocimiento negro) que retirar con alegría 24 millones de billetes de la circulación (blanquear dinero negro).
Bueno, mientras seguimos desafiando los cánones pensando en un progreso realmente humano, me voy a ver si me fían para comprar patatas o si después de esta puesta en valor consigo vender a buen precio el billete (único) de Joan Wallach Scott.
Feliz día. Besos y gracias.
TREMENTINA LUX
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