Quién soy y qué hago

Soy TREMENTINA LUX, soy artista plástica, teórica y práctica de la comunicación audiovisual y los estudios de género. Pinto, escribo, leo, locuto, diseño, fotografio, reflexiono y analizo. Todo esto, sobre todo, me hace evolucionar como profesional y como persona, me motiva y me divierte. Creo este contenido para ti, que me lees y para mí, que también me leo. Soy del mundo y vivo en Valencia.

Translate:

Redes Sociales:

SILICY

TUTTO. SICILIA UNO

De izquierda a derecha con un giro de 360 grados: Exterior, Terraza, el verano después de los fríos, X asomado a un ventanuco como el perro de Goya, delante de él, un geranio, la flor coincide con su boca, sonríe preñado de vacación. También hace una foto a esto, a Trementina Lux escribiendo este post en Scili, Sicilia, siete de la tarde. Dame la espalda, me dice. Se la doy. Sigo describiendo para escribir. Pared encalada, blanca, maceta de barro grande, geranio rojo, puerta metálica con veneciana, llave incluida en el picaporte, esquina, maceta con jazmín, C con su pelo rizado negro y un vestido vaporoso al escote de isla, habla por teléfono, le pregunta a S si hay wifi, en italiano, maceta, tejado y antena, ventanuco con cortina de rafia roja y beig volando al aire de la tarde, stanza donde R duerme la fiebre y J la risa, en el centro sombrilla plegada, grande, con pie de granito, maceta con ficus, otra con palmera, barandilla de piedra, cáctus en primer plano, colina al fondo, de arriba abajo, la luna transparente sobre fondo azul pálido, castello o ermita dominante, formación rocosa en escala, aves volando, ya no, pasaron en el tiempo de la frase, ruido de motor, claxon de bodas, campanas, el sonido integra, envuelve, no es lineal como esta narración de 360 grados, pura en su inmediatez visual, cipreses, vello erizado en los caminos ¿la luz? naranja hueso, ceniza, ropa tendida en las terrazas, tejas agrisadas, templetes, últimos reflejos del sol sobre un edificio de cemento con cristaleras, chimeneas esporádicas, silla azul de madera plegable con cojín gris, vacía, barandilla, más barandilla, muro de hormigón embellecido por los hongos, tapiz multicolor, ventanitas amarilleadas, lagrimeo de lluvias otoñales, su huella, esquina, fin de la barandilla, campanas de nuevo, tubería, puerta de la cocina del b&b, farolillo, maceta, idem, idem, esquina, he dado la vuelta, X ya no está en el ventanuco, llega S, con otros clientes, oscilan a mi lado, saludan, se asoman, es un tercer piso. Mi ratón, mi vestido de leopardo cortito y licencioso, nada más, es verano, molto caldo, en Sicilia.

Nos perdemos. Todos los días, cada día desde hace días. ¿Hoy qué día? Decimos, -los hombres tienen una profundidad superficial, digo, -tendré un alter ego masculino, tal vez mañana, -sí, para conocernos mejor, dicen aquí, entre penne y penne. Estan duros, digo, -al dente, -hazlo, dicen, así conocerás nuestra profundidad. Los hombres más profundos que he conocido tienen una profundidad máxima de veinte centímetros, digo engullendo un penne con pesto, y los demás, entre doce y quince. Ya, dicen y pedimos la cuenta con los capuchinos.

Nos perdemos. Las indicaciones en Sicilia son contrarias, las líneas de las carreteras se esfuman, y las carreteras. Llegar desde un sitio a un sitio que esté a pocos centímetros en el mapa escala 1:10 puede ser no llegar. Las señales son contradictorias, las mujeres, dicen ellos, también. Así cuando quieres llegar a Siracusa gira en sentido contrario a la señal. Pregunta. Cuando te respondan amablemente, Acireale a la derecha, gira a la izquierda, cuando una calle acabe, continua recto, si es dirección prohibida, justo por ahí, y si marca dirección obligatoria da la vuelta. Las mujeres, dicen, contradictorias, como una granita con brioche y sin embargo, ese contraste en el desayuno, sí.

¿Cambios en la escena? Baja la luz, hablan a voces de un balcón a otro, hombres y muejres en un Siciliano cerrado, adusto, la sombrilla apenas se agita en esta tarde sin aire, y el tañido, otra vez de la campana, hay varias campanas, van despidiendo la tarde.

UNO E MEZZO

Asciendo al Etna, ayer, hoy, me pierdo también en el tiempo. El aire trae las cenizas del volcán, de ese incendio acabado que humea y duerme, solo duerme, arañas entre la lava negra, dicen hay vida, te tumbas en ellas, las respiras con tu nariz de azufre y el corazón te bate, por la presión, presionado por la sinceridad de un paisaje sin artificios que dice te odio. Entre mis manos crujen los montones de basalto y mica moscovita, el pan duro de cada día y para desahuciarte llegas después a Taormina, quieres sed que calme tu agua.

Suena en radio Virgin una melodía que Bowie compuso para Bolan, de esto hablan. La traducen al italino, evocan su historia, la explican, luego suena, darkness and disgrace, cantan, Lady Stardust dicen, cantan. Así, con esta banda sonora pago el peaje, el precio del estar al otro lado. Soy masa que se amontona en las calles mientras el mar se acicala para salir al escenario y mira las gradas que fueron romanas y ahora son manada. El mar en su euforia de sal eructa, escupe su agua y muestra a la cámara toda su profundidad en un escarceo, como una caríatide borracha y obsceno dice -esta es mi profundidad, azul, para ahogarte mejor, y su voz no es humana.

Otro pájaro, ha pasado volando otro pájaro, ha dicho algo, no le he entendido, no iba conmigo. R se ha despertado. Hace fotos con el trípode, a esta terraza callada, a mí. Ya no hay luz, ya no hay tarde. Me quedo quieta, para existir, y rebota en mi rostro la pantalla del portátil, ese cofre de palabras en el que me reflejo aparecida, por un momento, parada en la inmensa anopía de la isla piadosa en la que me he convertido.

Huyo, nacen en mis piernas los mosquitos y me pregunto ¿qué soy yo para tí?

SICILIA DUE

Descubro la receta del Arancini. Sicilia es un gran Arancini. Aislada de todo en sí misma, rebozada y oculta, sólo hay una manera de descifrarla, mordiéndola. Dentro, el caos sabroso.

SICILIA TRE

En la SS 113 en ruta de Palermo hacia Messina hay un árbol. Es un árbol grande. Podría ser un pino. No lo he visto lo suficiente. Su naturaleza, no la he visto, su estructura sí. De eso, de eso hablo, de su estructura. Está a los pies de la carretera, su tronco: poderoso, sus ramas, verde noble. Sangre viva, violenta, siciliana. Es joven, sí, tiene la fortaleza y el tamaño de un viejo árbol pero la sabia altiva de la edad adulta. Está a los pies de la carretera, la carretera sin líneas, sin arcenes. El árbol, está talado. Ha sido talado. Minuciosamente. Una y otra vez, con efectiva saña. Siempre ahí, a los pies de la carretera, siguiendo el rosario del asfalto. El árbol dice, crecer, el hombre dice, talar, amputar esa rama que cuelga, entorpece el paso de las máquinas, el árbol, dice, crecer, el hombre, de nuevo tala, tala todos los futuros que el árbol en su cabezonería solar hace crecer hacia la izquierda. Cada muñón es más ampuloso que el anterior, el hombre, a veces se ha dado cuenta de la nueva rama que se vence hacia la SS 113 demasiado tarde, cuando la rama ya tenía expectativas de continuidad, y el hombre ha dicho, talar, talar. Y así, esas cadenas en el tronco dibujan pequeños círculos imperfectos, grandes heridas cicatrizadas, todas testigos a la izquierda, y las ramas vírgenes a la derecha, estirándose en el aire, diciendo a la tarde que muere, mira así sería entero si fuera doble. El árbol, vivo, joven en su seguridad de haber nacido ahí, a los pies de la 113 crece, crece hacia el otro lado, obligado, y desarrolla toda su fuerza y su belleza, valientemente y que se rían, le es indiferente.

Ese árbol. He pasado con la máquina, deprisa, adelantando. Y dice, a veces somos así, seres obligados a crecer hacia un lado, ignorantes de los porqués que buscan defraudar nuestras ilusiones, nuestra sabia, nuestras expectativas, de los seres y las circunstancias que nos talan sin matarnos, que nos obligan a ser más fuertes y aplicar esa fuerza en otro sentido, el sentido opuesto al dictado del alma.

Y sin embargo, podemos ser así, tenaces a la hora de volver a intentarlo, sin avergonzarnos por seguir creciendo bárbaramente hacia donde nos talan y hacia donde no. Mirando a ambos lados por si un día ese ser inhumano descubre nuestra verdad de sol y renuncia a la suya, más poderosa cuanto más absurda, -es mi trabajo dirá, y deja de segarnos y de aprovechar nuestra sombra para descansar y nuestra madera para construirse casas o ataúdes. Seremos entonces dobles, quizás felizmente vulgares en nuestra completud y la verdad única e incombustible de la ruta, desaparecerá.

SICILIA QUATTRO

Giuseppe vive en el Congo siete meses al año. Ahora estoy en su casa, en su terraza, he dormido aquí tres noches. Giuseppe fabrica en su casa de la campiña la mermelada que como en el desayuno, es de ciruelas, también la hace de naranjas, mastico los pequeños trozos de fruta, no es dulce, es espesa, intensa, algo ácida, algo amarga. Luego, me ofrece higos, también de su huerto, los sirve sobre una hoja, tierna, carnosa, con el rabito todavía húmedo. Mientras abrimos los frutos Giusseppe me habla del coltán y de cómo allí los bebés mueren de disentería. Eso ve, durante siete meses al año, antes de desayunar conmigo hoy, mermelada, brioches, dulces de mandorla y granita de pistacchio. Giusseppe habla de los muertos del Congo con una voz seductora, un italiano teñido de francés africano y una sonrisa envuelta en barba de seis días, algo cana, algo caramelizada por el efecto isla. X dice que Giusseppe es un hombre cámel, algo guarrete, que no entiende cómo y porqué seduce, seduce a todas, a todas, indiferentemente.

Miro a Giusseppe, creo que en torno a ese tipo de hombres que llevan tres días el mismo pantalón corto de color beig indirecto, con el último tramo del cinturón ancho y oscuro cayendo enhiesto sobre su bragueta, enseñando sin pretenderlo unos calzoncillos que no son blancos mientras gesticula y ofrece higos dulces a sus acompañantes se cierne el atractivo del desapego por lo material, del carpe diem. Giusseppe es grande, un poco torpe, tiene las extremidades muy largas, es atento pero independiente y tiene una felicidad rasante, como su barba, de seis días o de seis horas. Te trataré como a una reina, te trataré como a un rei y luego desapareceremos, feliz tú a tu mediterráneo, feliz yo a mi Congo, felices ambos a vivir el drama, sea de lo cotidiano sin resolución, sea del coltán, un drama épico, proscrito para los apegados al mañana, también para los que no arriesgarían su presente.

TREMENTINA LUX
Continua leyendo sobre Sicilia en «Sicilia Tutto e Niente»
AQUI

There are no comments published yet.

Deja un comentario

Translate »
A %d blogueros les gusta esto: